martes, 25 de octubre de 2011 in

Y el Mar, de repente, se convirtió en Catedral

Y el Mar, de repente, se convirtió en Catedral


El viajero tenía ganas e interés, mucho interés por esta iglesia. Ese interés creció después de  leer el exitoso libro de Ildefonso Falcones, “La Catedral del Mar”. Su narración me trasportó al S. XIV envolviéndome en esa continua historia que ayer y, en otras ocasiones, me he encontrado por las calles, esas calles del Born en las que todo es sorprendente.  Y todo es posible  y sensual que, como define la Real Academia de la Lengua Española, “pertenece  o es relativo a las sensaciones de los sentidos".  
Sí, Barcelona, como todas, como todo, es un espacio de memoria visual, fotografiado hasta la saciedad, plató de anuncio y reclamo que antes, como todos, como todo, fue un libro. Mucho queda en pie de la Barcelona revolucionaria, del romántico barrio de Gracia, del Carmelo obrero, del mercado de Sant Antoni, del Raval y del gótico costumbrista de Pitarra. 
He gozado imaginando todo este fenómeno medieval, pateando las callejuelas del barrio cuya nomenclatura me ha recordado oficios y gremios de sombrereros, zapateros, pescaderos, espaderos, queseros, cristaleros...todos tuvieron y tienen su calle en este entorno y antiguo barrio en el que de repente se me ha mostrado esa Iglesia esplendorosa y sobria de Santa María del Mar.

El viajero no ha tenido prisa y decidió pasear única y exclusivamente por el barrio del Born y sus sugerentes alrededores, no tuvo prisa y no deseó más. Allí de bruces, de repente, como surgida de la arena se topó con La Iglesia de Santa María del Mar y sorpresivamente vio que en su construcción gótico catalán esta Iglesia "tiene y encierra algo". Algo que, desde su exterior, comienza a dejar boquiabierto al viajero, impresionándole, ensimismándole de que en el corazón de la ciudad, pueda haber una maravilla histórica tan bella. El edificio macizo y robusto me ha desplegado toda su  magnificencia, dándome igual el punto desde el que lo miraba. De repente, allí estaban sus rectas líneas y ese rosetón, cada vez más fotografiado, describiéndome la magnificencia de su exterior.

Y todo eso es sólo el exterior. Su interior, sin crucero y con tres naves, me impresiona. Como de igual manera me sorprenden  sus espacios interiores fantásticos, sus vitrales y ventanales de una belleza increíble que desarrollan toda una experiencia visual que sobrepasa lo espiritual. Y me imponen sus columnas adornando  esos increíbles vacíos que forman sus techos. Digo que la visita a la Iglesia fue un asombroso descubrimiento. Seguro.

En sus fachadas percibí detalles marcadamente góticos siendo su luz interior bastante particular. El templo, que puede admirar desde todos sus perfiles, tiene, mirado desde el exterior, una silueta maciza, austera y poco decorada. Sin embargo, su estilizado y bello interior me provocó asombro y admiración, fundamentalmente en sus tres naves sostenidas y separadas por hileras de altísimas y esbeltas columnas, rematadas en esa espectacular bóveda de crucería. Santa María del Mar con su aire sugestivo me provocó emoción. 
Para el viajero ha sido y es un lugar mágico, lugar - iglesia construida con el sudor de mucha gente, con la gente del pueblo, la iglesia del pueblo. Un lugar al que siempre acudiré cuando esté por Barcelona.



Fotografías y textos de La Medusa Paca. Copyright ©

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