ME LLAMAS
Justo enfrente y
un poco por debajo de mi zaguán hay una señora en su balcón, ocupada con algo
que se encuentra a la altura del suelo. No sé bien de qué se trata porque me
estorban las ramas peladas de la copa de varias palmeras que se estiran delante
de mi casa. Es la primera hora de una tarde de invierno en Garnacha y hace más
frío que el acostumbrado por este pago. La luz transparente es ya amarillecida
y, encima, el cielo confiable del Mar Menor. Vale.
ME LLAMAS
¡Madre!
Me
llamas: yo siento tu voz sin palabras,
silencio
que habla y envuelve en su hechizo,
te
noto impalpable rondar a mi lado,
pidiéndome
algo que yo no averiguo.
Sondeo en la noche de negrura llena
y
jamás penetro el embrujo síbilo,
que
tú dices algo que mi alma presiente
y
choca en el muro que son mis sentidos.
Tal
vez una súplica, quizás un consejo,
algo
que quisiera compartir contigo
y
que yo entreveo rondar a mi lado
igual
que el trovero rondaba el castillo.
Nos
separa el foso de la vida misma
y
que mi alma tiene en el cuerpo el nido
y
tú, vuelas alto, transparencia y cielo,
y
yo, de la tierra, camino cautivo
por
esta materia que pasa a mi alma
y
que a oveja y lobo une mi destino.
Mo
sé qué me dices, sombra impenetrable,
que
mi alma llenas de extraño vacío
queriendo
hacer cuenco que llenar más tarde
con
tu ninfa clara de amable fluido.
¡Madre!
Me
llamas: yo siento tu voz sin palabras,
silencio
que habla y envuelve en su hechizo.
PRJP. N.º 5. En 28 de enero de 2023. Cuando hace tantos años que marchaste.
Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©