martes, 18 de junio de 2013 in

La noche de San Juan: símbolos, ritos y fantasías. 1ª parte




La noche de San Juan: símbolos, ritos y fantasías. 1ª parte


Íbase la niña, noche de San Juan, /a coger los aires/al fresco del mar; /miraba los barcos/que remando van, /cubiertos de flores, /flores de azahar” (El valor y las mujeres, Lope de Vega).

“Aquella hermosa mañana/ que todo el mundo celebra, / porque parece que todo/ se alegra y se goza en ella...” (El poder del discreto, Lope de Vega).

Es final de temporada o comienzo de ella, de curso, de un año transcurrido en un desasosiego de tareas, perdido en la velocidad del tiempo de la vida adulta. Ya están ahí esas noches tibias de luna llena y hogueras o recuerdos de hogueras misteriosas sanjuaneras. Todavía son noches frescas de junio. 

Cuando yo era niño, la noche del 23 de junio se encendían grandes hogueras en las plazuelas, cantones y hasta en los descampados que había que recorrer hasta llegar a las bodegas, esos lugares frescos de reunión y juerga, cantando aquella canción intemporal en ronda sanjuanera de: A cortar el trébole, el trébole, el trébole, a cortar el trébole la noche de San Juan”.

Cuando yo era niño, me han contado, yo no lo recuerdo,  que la noche del 23 de junio era también noche de celebrar conjuros que aseguraban la curación de niños con algún quebranto. Era noche, eso bien lo recuerdo, de  quiromantes, videntes, futurólogos, ufólogos, curanderos, y a veces incluso hasta psicopedagogos.

Mientras escribo, a unos días de la noche de San Juan, no hago otra cosa que pensar en aquellas celebraciones ancestrales que tendrán lugar esa noche. Pienso en aquellas hogueras, en aquellos conjuros que en mi infancia eran todavía testimonios de un mundo crepuscular y últimas persistencias de un tiempo abolido y ahora convertido en actos culturales-oficiales, en ejercicios de animación sociocultural o de antropología más o menos fantástica.

Dentro de un rato, cuando termine de escribir, me asomaré al balcón o saldré a la calle para imaginarme o ver de lejos, si es posible, brillar en la oscuridad el preludio de alguna fogata.  Pero la noche azul oscuro, la luna aún casi llena y el aire fresco de junio me traerán una parte intacta del miedo y la emoción infantil de las noches de San Juan.
¡Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de San Juan!
(Anónimo)

Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright ©

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