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domingo, 27 de octubre de 2019 in

Añoranzas



Añoranzas

Grávalos: donde florecen los almendros

Primavera a los campos les regala las flores
y el Otoño a los árboles saca los colores
y el cuervo sobre la nieve la hace
todavía más blanca en el Invierno.

Si me niegas mi pan,
me echaré al monte:
Donde el tomillo aromas 
de libertad responde.

Los álamos y chopos, los plátanos y tilos, los castaños y alguna perdida acacia de los montes de las tierras altas de Grávalos se han puesto de pronto mustios y visten de amarillo. Nubes y nieblas acechan la mañana y les roban el brillo. Me pongo un jersey recio con olor a membrillo. Vale.

Hojarasca junto a la balsa del monte de Villarroya
Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

lunes, 21 de octubre de 2019 in

“Fotos que no hice en su momento”




Huerto en Ayabarrena, aldea de La Rioja, en las proximidades de Ezcaray

“Fotos que no hice en su momento”

“En mi casa blanca de la calle Nueva había una cancela que daba del patio de mármol al de los arriates. La cancela era de hierro y cristales, blancos, azules, granas y amarillos. Por las mañanas ¡qué alegría de colores pasados de sol en el suelo de mármol, en las paredes, en las hojas de las plantas, en mis manos, en mi cara, en mis ojos!¡Con la luna de noche, qué belleza, mate sorda y rica!” (Prólogo: “Por el cristal amarillo” Juan Ramón Jiménez)

“La Natura es un templo donde vivos pilares
 dejan, a veces, brotar confusas palabras;
 el hombre pasa a través de bosques de símbolos
 que lo observan con miradas familiares.
(Charles Baudelaire; Las Correspondencias)

Recomiendo este libro, recomiendo su lectura, nunca lo he hecho, nunca he recomendado nada, hoy lo hago después de leer “Fotos que no hice en su momento”, y lo hago como la gustosa obligación de un rezo diario. Es un libro breve, de sólo sesenta y ocho páginas que, en sus aisladas oraciones, me han acercado al cielo de la literatura exquisita.

Es un librito tan sencillo que parece escrito para todos aquellos que provenimos de aquellas zonas rurales del ayer y hoy, como dicen, vaciadas. También para los demás. Así de sencillo, el título. Y así de sencillo, el libro todo. El libro, todo él, está escrito con palabras llenas de campo, y si sale del campo es para nombrarlo con otras palabras y mirarlo desde otra perspectiva. Antonio Santos, su autor, ha recogido -qué hermosa cosecha- lo mejor del campo y de sus gentes para envolverlo en estas páginas bellísimas, sutiles, cuasi etéreas a veces, y a ellas entré y cuando salgo, a ellas vuelvo. Para mí es un libro que nunca terminaré de leer, porque nunca dejaré de leerlo. 

Antonio retrata la siesta campesina: “Como flor que se repliega sobre sí, ya acabado el almuerzo, cerrábamos puertas y ventanas. Extendíamos, en el leve frescor de las baldosas, un viejo saco sobre el que tumbarnos, y se hacía la quietud…” Y Antonio habla de aquella mimosa que trajeron sus padres: “Del viaje de novios trajeron como piedra de fundación el esqueje de un árbol cuyo nombre desconocían. Mi padre lo plantó a unos metros de la casa, hacia el este, al lado de la cuesta que daba acceso a la tierra de labranza…” Y completa la misma foto: “No supieron nunca su nombre; siempre fue para ellos el árbol de las flores.” Y pinta cuando volvían, niños, del cine: “…teníamos que volver con la sola compañía de la luna grande. Esa luna que había iluminado minutos atrás a los seres de ultratumba y que ahora convertía en fantasmas las secas cardenchas del camino.” Y dibuja la luna de agosto: “Filtra la parra la luz de la luna de agosto. Como si un relámpago no interrumpido iluminara la escena, todo se ve: el colgadizo, la higuera, los perros que juegan y a veces ladran, desconcertados quizás por el extraño día que la noche les brinda. En su silla de anea dormita mi abuelo. Lo acaricia el frescor, cosquillea en su rostro un juego de luces y de sombras que lo vuelven fantasma, espectro divertido.” Y reproduce las tormentas del verano: “Agosto se camufla en víspera. Oscurece la tarde. La llena de un impúdico olor a tierra humedecida que noto también en mi cuerpo de niño. Abandono la ropa en el fino rastrojo que me hiere: a su engaño le enfrento la verdad de mi sombra. Que me venza si puede, que mañana vendrá otra vez la certeza.” Merece la pena. Vale.  

Vieja casona con versos de poeta: Poyales
PD. Para escribir este post me ha servido como modelo el escrito por Antonio García Barbeito y titulado “Lecturas”
Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

domingo, 13 de octubre de 2019 in

TRISTEZA EN EL MAR MENOR





 TRISTEZA EN EL MAR MENOR

Cuando la Luna está triste
huye de la salina embarrada,
deja sonrisas enredadas
en las ramas del taray,
sumergiéndolas en el mar.

Cuando la Luna está triste...
se va al Mar Menor a llorar.

Y deja su alma rota
en la seca soledad
donde parece que todas las Danas
salen de pronto a reinar.

Pero...nunca la luna está sola,
la siguen unos mil ojos
enterrados en la arena,
escondidos tras las dunas
vigilando su tristeza,
ofreciéndole una rosa
hecha de roca y cristal
para disipar su pena.

Cuando la Luna está triste...
se va al Mar Menor a llorar.

La tristeza de la Luna
se refleja entre las algas,
convirtiéndose en soledad,
temblorosa de su infierno.

Cuando la Luna está triste...
se va al Mar Menor a llorar.

Eres mar de ocres pintado,
revuelto en tus arenales,
guardas celosamente el secreto
de esas aguas de bancales.
Sólo el silencio compartes
gota a gota...sal a sal…
con tu hermano, el otro mar.

Cuando la Luna está triste...
se va al Mar Menor a llorar.

Risa y llanto de la luna
son mi alegría y dolor.
Dos mares son mi consuelo:
mar desierto...arenas de revuelo.
Y mar azul...sueños de mi Mar Menor.

Cuando la Luna está triste...
se va al Mar Menor a llorar.

PRJP. Nº 11. En Santiago de La Ribera: entre los días 13 y 16 de septiembre. Después de una DANA – (depresión aislada en niveles altos) - maldita.

Texto La Medusa Paca, fotografías Qapta.es Copyright ©

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