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martes, 14 de junio de 2022 in

Está pasando junio, ya vendrá septiembre


La Medusa Paca, como ya es tradición en este minúsculo cuaderno, dobla sus ligeras tapas cuando vienen estos días de junio; Los inminentes calores, las vacaciones de muchos o de casi todos, todo tipo de fiestas, los viajes y este año la boda sanferminera… no son propicios para los contenidos en mi cuaderno de notas. Hoy escribo solamente, lacónicamente, corazónmente. A Dios. Con Dios. Hasta septiembre porque, ¡ay!, está pasando junio.

Está pasando junio, ya vendrá septiembre

El viento no se lleva

las ideas, que se mueven a su aire,

ni las buenas intenciones,

lo mejor de cada casa.

Tampoco el calendario

tiene mucho que ver

con la vida intensamente personal.

Está pasando junio, llegará septiembre.

Todos tendremos

más vida en las alforjas interiores,

si no nos derriba en el trayecto

el bronco y brusco camión del quehacer diario.


¡Ay!

Ay, si yo pudiera,
al menos, alguna vez,
escribir en letras de silencio mis palabras,
decirlas en el silencio,
que nunca hiere,
que todo lo interpreta,
que todo lo sugiere.
Decir en el silencio,
amigo y leve,
todo lo que letra y voz
no pueden
decir.
           En ese
silencio de Dios,
que calla y crea,
que calla y mueve,
calla
         y sostiene.

Texto La Medusa Paca y fotografías Qapta.es. Copyright ©




martes, 7 de junio de 2022 in

BELLEZA

 



BELLEZA

La primavera venía

y luego se deshojaba.

¿El hombre mortal? ¿El riesgo eterno?

El hombre y el agua

en el verde, siempre

verde

misterio de su mudanza. “(Dionisio Ridruejo)

 

¡Qué belleza!

Si Dios existe, estoy seguro de que está y pasea constantemente por este valle.

Había cientos de gorriones entre las espigas, alimentándose ya del grano, formando una parte del tallo sobre el que se cimbreaban con el viento, escondidos como peces entre las algas, dando un salto de vez en cuando, lo cual hacía que los viera en el mar verde del campo de donde surgía, como el lomo de una ballena, el monte, muy tumbado, sin querer ser más alto de lo necesario, todo loma suave, sólo como para estar allí quieto mirando al valle divino, y el valle de Dios, mirándole.

El día, estaba nublado, pero con ese resol de la primavera que encuentra resquicios de luz, ya entre las nubes, ya en cada planta florecida de amarillo como las retamas, o ya en la orilla de los regatos con el verde claro de los fresnos, tan divididas sus hojas que parecen componer un puzle perfectamente terminado sobre la copa del árbol que las sostiene.

Todo está en su sitio, incluso la vejez de algunas casas, con su letrero de “Se Vende” y su manguera de agua subiendo por la ventana del baño sin agua corriente, y su puerta de madera amarronada por el sol de los siglos. No es la lluvia sino el sol el que más estropea la madera, y volviéndola grisácea, incluso clara como una sábana, si pega el sol en la puerta, cuando sale tras abrirse paso entre las nubes. Vale.

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

 

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