Con el apego de la lumbre
Hoy, junto a los míos, trato de recordar cuando el humo de la lumbre de aquellos oscuros y lúgubres fogones impregnaban nuestras ropas mientras intentábamos resguardarnos del cierzo, frío viento de mi pueblo, que soplaba con fuerza alrededor de estos días de invierno. Fue allí, en el amor de la lumbre, donde soñé con imitar a esos personajes sacados de alguna novela de Baroja. Fue allí donde comencé a ser esa persona sentimental que, aun hoy, intenta compatibilizar el ocio, que no el negocio, con mi formación y amor a la literatura.
Y es aquí desde donde despido el año viejo tratando de construir un poema nuevo que tiene como modelo aquel soneto de Unamuno que reza a la paz interior que le provocan las brasas de un castaño en una tarde de otoño: “Al amor de la lumbre, cuya llama como una cresta de la mar ondea, se oye fuera la lluvia que gotea sobre los chopos. “
Quedo aquí, en fin, perfumado con ese olor a leña de encina quemada invadiendo mis estancias mediterráneas y recargando el aire pinatarense y ribereño que respiro. Permanezco al calor, en el rescoldo de las brasas que son símbolo de una infancia perdida y recuperada, signo de identidad de la generación que nacimos en la década de los 40 y que nos calentaba al volver tiritando del frío de la escuela y adornaba con su luz, llegada desde el cielo, nuestros aposentos alegrando la grisura de los tejados proporcionando esperanza.
Nos espera un año más por delante. Ahora en blanco, como esa flor de azahar que ya está a punto de reventar a nada que el sol alargue sus horas. ¡Feliz Año Nuevo! ¡Feliz 2022! Vale.
Con el apego de la lumbre
Para encender el fuego
primero hay que saber
lo que es el frío,
haber sufrido
su lenta mordedura,
haber sentido
cómo enclueca en la piel
la luz de sus carámbanos.
Las manos arrecidas
no saben enhebrar una caricia,
no pueden barajar
los naipes del acaso,
ni sostener las riendas de la caballería.
Para encender el fuego
primero hay que saber lo que es el fuego,
visitar su morada
de formas movedizas,
aprender el lenguaje
de sus lenguas voraces,
sufrir con la agonía
plácida de las brasas.
PRJP. N.º 1. En la tarde vieja de 2022.
Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©
