Hoy me detengo en una etapa, centro de la realidad donde hay un árbol de tiempo. Cada segundo le brota una flor y cae, y ya está muerta. Son días y recuerdos del pasado, de la niñez, también de juventud; de la escuela de pueblo, unitaria, jovial, irreflexiva y formativa hasta donde pudo; del colegio en la huerta y a la orilla del Segura: “donde ríe una huertana/ resplandece de hermosura /toda la vega murciana, /y en los ramos del naranjo /brotan flores a su paso”.

Fue allí donde, en el sótano de una remota biblioteca, recién formada, había un libro terrible que yo leí. Estaba en blanco. Yo lector, lo abrí y las letras empezaron a formarse en la esquina derecha de la última página, abajo. Al narrador le gustaba decir en voz alta los nombres de las estrellas: Denébola, Rigel, Antares, Fomalhaut. Le gustaba el sabor verde y amarillo del limón y del cilantro, el viento Lebeche, las lámparas de papel y las glicinias. Recuerdo una noche, a solas, mirando a la Virgen Blanca del patio, delante del huerto de naranjos; un mes de mayo con los compañeros de curso, al caer la tarde para no soportar el calor de mayo, que ya nos ahogaba, recitando unos versos delante de La Señora cuando las avispas se desahogaban en el néctar de las naranjas que ya comenzaba a formarse.

Fue un libro poderoso que me entregó placeres, felicidad y ensueños, incluso los desconocidos o los secretos, con la vivífica intensidad de los libros. Pero a la vuelta de la hoja me apuñaló con una herida vieja, con sus pesares, con sus maldades y vicios. El libro en ocasiones me dejó pasajes sublimes y espantosos, que sumaron y restaron.

Anoche soñé que volvía a ese huerto de patio, de abrasivas tierras que, cuando nos caíamos, destrozaba mis rodillas, y hoy se me presenta, aun no estando allí físicamente presente porque, como al poeta: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Murcia y un huerto claro donde madura el limonero. Vale.

“Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.” (Juan Ramón Jiménez)

Venid y vamos todos
con flores a porfía,
con flores a María
que madre nuestra es.

***

A María,
flor de las flores,
Virgen de vírgenes
y amor de amores,
todas las flores
con sus colores,
y sus olores
del más florido mes,

Que madre nuestra es.

A María,
humilde primavera,
rosa primera,
purísimo jazmín
del jardín
celestial,
lirio real
por el haz y el envés,

Que madre nuestra es.

PRJP. 30 de mayo de 2022, recordando a la avecilla que me cantaba el albor.

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©