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lunes, 28 de marzo de 2022 in

Rogativa

 

 

La ciudad de Murcia vivió en la tarde del pasado jueves, 10 de marzo, la procesión cortejo pasional, en rogativa, de la Virgen de la Fuensanta y Nuestro Padre Jesús Nazareno por las calles de Murcia y, al contemplarlos, me vinieron a la mente las Rogativas de antaño y el canto de: “Que llueva, que llueva, /la Virgen de la cueva, /los pajaritos cantan, /las nubes se levantan...” y entre canción y recuerdo me propuse construir unos versos que tratasen de aminorar las descarnadas torrenteras y que el tomillo se presentase como lo que es: la esencia escurrida de la tierra seca. 

Y aquí estoy cerrando los ojos, porque al oler la ramita de tomillo, apareció delante de mí todo el cielo, las nubes, el horizonte, el sol, el campo entero, la tierra seca que dio ese olor con la última gota de agua que tuvo. Y tras haber construido la Rogativa me detuve delante de una ladera áspera, muy áspera, llena de jaras y tomillos, y allá arriba en el páramo contemplé un chaparral y en el valle esas yasas, barrancos o ramblas corriendo por bajo y espejeados con el sol. Son las ocho de la mañana y todo es un bonito espectáculo. 

Las lluvias vinieron con una ganadería de nubes bravas de aguacero. Todavía, en estas tierras del sureste, no hay noticias de la primavera de sol y calor. Los charcos, como espejos de necesaria coquetería aérea de nubes y pájaros, todavía están ahí. Y los ríos crecen y corren ruidosos. Y los tarayes y cañaverales se aprietan por las orillas de los riachuelos, anteriormente áridos, sin saber cómo colocar los brazos. Pero tranquilos, la lluvia todavía es medicina para los campos, para el aire, para nosotros. Que llueva, que siga lloviendo. Yo marcho de Rogativa. Y espero hoy un chaparrón, mañana otro. Dos o tres días de sol y de cielos hermosos de azul y nubes, y vuelta a la lluvia. Vale.

 Rogativa

Sacaron a la Fuensanta

y a Nuestro Padre Jesús

en rogativa de lluvia

y el cielo firme se abrió.

 

La lluvia aquí se mostró

como rosa entreabierta,

como flor con su perfume,

de esta tierra tan desierta.

 

Hija de luz y alegría,

naciste para colmar

en la búsqueda de vida

de gozos abarrotar.

 

El Sureste nació del cielo,

con su luz, pero sin lluvia

convirtiéndose en desierto

modelado con la gubia.

 

Te presentaste llorando

con lágrimas torrenteras

convirtiendo los eriales

en fértiles rosaledas.


Este campo tan secano

hoy no dejó de cantar

llorando que llora, llora

se convirtió todo en mar.

 

 Texto La Medusa Paca. Copyright © y fotografías cedidas por murciaturística


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