El Icue y...entre lo sublime y lo perverso
Manel Armengol C.
En esta semana, última de
marzo, el FC Cartagena marchó hasta el norte de África con la intención de
conquistar tres puntos que se le sirviesen para alcanzar la gloria en ese Domingo
de Resurrección. No lo hizo y se quedó a medio camino para resucitar.
Llegaba al estadio Álvarez
Claros en segundo lugar de la clasificación empatado a 54 puntos con el Real Jaén,
equipo que comandaba la clasificación del grupo IV de esta lóbrega 2ª B.
Comenzó ganando el FC
Cartagena con aquel primoroso gol del “volteretas” Perona cuando habían
transcurrido los primeros 15 minutos del partido. Apareció el despiste del
portero del FC Cartagena, Victor Ibáñez, y empató el melillense Andrés Sánchez.
Y a partir de ahí a sufrir y a quedarse en la tabla dos puntos debajo de los
jaeneros. Y es que como manifestó Pacheta al final del partido: “Nos falta matar los partidos”.
Es digno destacar la anécdota
que el diario deportivo SPORTCARTAGENA recogió y que transcribo literalmente y
tal y como se publicó:
“Antes de comenzar el
encuentro el árbitro madrileño procedió a la revisión de equipaciones.
Tras compararlas, llegó a la conclusión de que la equipación del Cartagena
llevaba a confusión, pero el delegado del club visitante (Pedro Arango) le
indicó que solo habían traído un juego de camisetas.
El árbitro indicó, que ante la falta de
equipaciones alternativas, contemplasen la posibilidad de ponerse una
camiseta que el Melilla estaba dispuesto a dejarles, pero el Cartagena no
aceptó dicha propuesta, alegando que no iban a salir con una
camiseta que pone el nombre del otro club.
Al final el árbitro accedió. Y acabado el
encuentro consignó en el acta esta especial circunstancia”.
El Icue y...entre
lo sublime y lo perverso
UN RINCÓN PARA DOCE.
Pedro Roberto
“El pesimista se queja del viento; El
optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas”. (William George Ward)
Domingo, 31 de marzo de 2013
Lo dejé escrito después de presenciar el partido contra La Roda el pasado
sábado en el Cartagonova: Si este equipo juega como ha jugado esta tarde, este
equipo no asciende. No quisiera acertar. Quisiera equivocarme.
EL FARO DE MELILLA
Pero esta tarde africana, y aun volviendo Rueda, me lo vuelve a confirmar.
Hubo un tiempo fausto, hace ya casi un siglo, cuando por estas tierras se
abrían las puertas de la plaza fuerte y los rifeños entraban para vender
gallinas, huevos, frutas y verduras, cebada y carbón. Hoy no ha ocurrido así y
el FC Cartagena, que pudo traerse hasta las mejores especias y las más
balsámicas de las esencias rifeñas, se encontró con un despiste hediondo de
Victor y vuelve para Cartagena con esas esencias un tanto catingosas. Y hoy el
Icue lo entiende porque esta tarde el fútbol pudo ser un cúmulo de sueños
sublimes y emociones desbordadas y se convirtió en un estallido de pasiones
perversas.
Hace unos días, en la barra del chiringuito del Pinatar Arena, un buen amigo improvisaba contra mí una lección triunfal sobre la necesidad del optimismo. Me veía, en lo deportivo, algo renco de fe y echó mano al botiquín de la cháchara. El mensaje de su soflama tenía sólo un camino de ida: “Debemos creer en nosotros mismos. Es la única solución para salir de esto”. Y tanto creí por un instante en “el todos a una” que, al pedir él la cuenta, pagué yo la ronda. Es lo que tiene el optimismo después de conversar el pasado miércoles con Pacheta en la antesala del Pinatar Arena.
Este nuestro Cartagena, tras el error de Victor, se ha instalado con su fútbol en el principio de incertidumbre cuando había estado moviéndose en el de la certeza, ambicioso, con una defensa acertadísima, correcta y hasta confiada. Y con un Oscar Rico sublime. Ahora no es cuestión de reconocer que, en el fútbol, puede producirse cualquier resultado. Fútbol es fútbol. No se trata tanto de eso como de encontrarse con ese equipo ambiguo que apareció después del empate. Ya todos saben cómo juega el Cartagena de Pacheta, cuyas posibilidades de ofrecer otras variantes son altas pero, también, reconocibles.
EL FARO DE MELILLA
El equipo, después del fatídico gol melillense, me dio la sensación de que
volvía a hundirse y comenzaba a envejecer en su conjunto. Sus componentes
parecían tener el síndrome de lo sucedido contra La Roda. Fue una impresión
momentánea, supieron soportar y permanecer en esa atalaya del empate con plena
aptitud para aguantar en ella. Y nada pudo ser mejor de lo que fue ni peor de
lo que estaba siendo. Pacheta introdujo paulatinamente piezas de recambio en el
engranaje general, eran inevitables y también insuficientes para reemplazar el
resultado.
Hoy, Lolo o Lelo, también hemos visto el partido y, por lo que vimos, este Cartagena de Pacheta, sí de Pacheta, sigue siendo una garantía. Pero ya no de infalibilidad o algo muy parecido, sino de virtudes relacionadas con los índices de supervivencia, lucha, tesón y entusiasmo para seguir en la cima. Nada se ha perdido, al contrario, se ha ganado un punto y en espera del Real Jaén nada se ve amenazado. El Efesé persigue la gloria, trata de conducirla y asegurarla, pero con dudas. Si lo logra, será apelando a la insistencia tanto como a la creatividad. De pronto, entre el partido de Melilla y el próximo contra el Real Jaén, el FC Cartagena se ha encontrado en una especie de ambigüedad.
Hoy el equipo, en su presente, ha estado equidistante de un pasado lleno de
certidumbres y un futuro sembrado de dudas. Pacheta, aunque yo lo dude, también
es hombre de dudas a la par que elegante, sensato y peleón para salir de
ellas. Sabía el salense que llegarían los días sombríos, pero nunca sospechó
que llegaran tan pronto. O sí?
Pacheta, ¡qué lección de recio castellano, humildad, sensatez e
inteligencia y de fútbol me diste la otra mañana!, quiere y desea salir de sus
dudas, lo sabe y anda ahora devanándose los sesos para tomar medidas que no
prolonguen ese pasado. Confiemos en él. A este entrenador se le debe el máximo
respeto. ¡Ay, ay, ay!
Pedro-Roberto J.P. En un “Rincón para Doce”. Dies 3/31: pridie Kalendas Apriles. Nº 282.
http://lamedusapaca.blogspot.com.
Manel Armengol C.
Texto La Medusa Paca. Copyright ©