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domingo, 27 de septiembre de 2020 in

DELICIAS OTOÑALES

 



DELICIAS OTOÑALES

… Con nuevos colores los jardines se engalanan…” (Friedrich Hölderlin)

Estamos en otoño, ese en el que como poetiza Friedrich Hölderlin: “Las imágenes del pasado no mueren/en la Naturaleza, y al palidecer los días/en el cenit del Verano, vuelve a la tierra el Otoño/ y el espíritu de las lluvias renace por el cielo”, y en el que mi único vicio consiste en inspirar la brisa entre cortijos blancos, playas cristalinas y casas anónimas pintadas de azul y de otros colores descontextualizados, palacios ricachones y ruinas donde en tiempos, también hubo un castillo, y hoy solo queda esa plaza porticada con soportales para la solana. Siempre y en más de una ocasión he necesitado un lugar al que escapar y donde perder la noción del tiempo y el espacio, donde la cobertura no me alcance en una playa.

Era mi deseo y ya está cumplido. Aquí me encuentran intentando huir del llano verde y la huerta, como si los temiera o simplemente los adorase y respetara como a una deidad. Por eso hoy deseo mostrarles mi paseo por pueblos de calles ratoneras, hermosas, empinadísimas; ascender por escaleras que suben flanqueadas por casas de colores que, en tiempos, decidieron subirse al monte, edificar castillos con los que defenderse y dejar al libre albedrío la construcción del resto de casas y que a veces me obligan a hacer paradas en iglesias. Todo muy moro contra cristianos, muy medieval a lo ibérico, muy satisfactorio y original.

Porque aquí, tras surcar valles espaciales y “cortijillos” perdidos, todavía existen esos pueblos y caseríos encalados de tejados bajos y paredes de adobes mágicos para mitigar el calor, donde el descanso es un atardecer desde sus terrazas, plazoletas, rutas hacia el pasado o conversaciones con pescadores errantes. Ese es un lugar donde, como ya cantaba Eva Amaral, poder vivir Es un misterio hacia dónde la noche nos lleva/Como Nicolas Cage en Living las Vegas/Vamos, mi niño, a perder la cabeza/ como si este fuese nuestro último día en la Tierra”.


Soy un afortunado. Aquí los aparatos de aire acondicionado yacen erosionados por el salitre, las casas blancas se visten de buganvilla y las barcas tatuadas con nombres de viejas amantes (o sirenas, quién sabe) salpican las playas urbanas aún ancladas en otras décadas. Son escenas costumbristas, me deleitan y despiertan arrebatadoras sensibilidades entre artistas, bohemios y vecinas que toman prestada la mesa del chiringuito para tejer sus redes durante una tarde entera.

Aquel día de mi excursión surqué por cerros donde los colores negros, ocres, mostazas e incluso púrpura de sus rocas y vegetación dibujaban un paisaje único. De fondo, la brisa del río Alhárabe exhalaba una futura nostalgia junto a sonidos de manantiales que brotaban, custodiando el gran azul que vinimos a buscar junto a palmeras, higueras, limoneros, naranjales, palas chumberas y la “mingrana” de esos granados que como cantaba García Lorca: Es colmena diminuta/con panal ensangrentado, /pues con bocas de mujeres/sus abejas la formaron. /Por eso al estallar, ríe/con púrpuras de mil labios…”

Aquí, al final de mi  jornada, el cielo parece más azul y las antiguas casitas de labranza de sus aldeas invitan a un retiro tan sostenible como místico. Vale.

 Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

 

martes, 15 de septiembre de 2020 in

“Pincho” con destellos de Comunión

 

Ermita de San Prudencio de Armentia

“Quiero seguir a ti, flor de las flores,
siempre decir cantar de tus loores;
non me partir de te servir,

mejor de los mejores.” (Arcipreste de Hita)

Hoy, querido Alfonsito no es un día del mes de mayo, mes de las Primeras Comuniones, mes de celebraciones religiosas y familiares, cuando todo estaba programado y todo y todos dispuestos para estar a tu lado. Era tu día y no pudo ser. Todos estábamos muy ilusionados, pero déjame que te diga; los yayos y tu abuela Teresa más que nadie. ¿Y tus tíos y tus primos? ¡Qué te voy a contar!

No pudo ser en aquel inicio de primavera, próxima pasada, cuando todo estaba lleno de flores. Ya sabes, tuvimos que quedarnos encerrados en nuestras casas junto a nuestros lúgubres pensamientos. Hasta ese pajarito, confidente del yayo de los avatares de sus nietos, pareció extrañado de tanta soledad en las calles y tan abrumador silencio. Todo ha pasado, o casi, porque nosotros seguimos aquí y tú, Alfonsito, allí, con los papas y tu hermana Eugenia. No, no creas en los malos presagios. Todos, absolutamente todos estamos a tu lado en esa vieja capilla del Seminario vitoriano. Y a estas alturas de septiembre todos han empezado a cantar, también los que están en los cielos, los que te conocieron y los que, por edad, no lo hicieron. Estate contento y feliz porque en nuestra representación estarán los mirlos de tu jardín, y los huidizos gorriones, cada vez más escasos, se acercarán hasta la ventana del yayo a comer el pan que le pondrá este día en el marco de la ventana. Hasta las palomas, este año numerosas, iniciarán su canto, amoroso arrullo, para ti. Alfonso te digo que este enigmático año bisiesto lo vas a recordar durante toda tu existencia. No sufras, solo queda en suspenso la celebración junto a todos, y todos esperamos el momento de la explosión gozosa al final de la pesadilla.

 

Campa de la ermita de San Prudencio de Armentia

 “Pincho” con destellos de Comunión

“Hoy es tu día de fiesta 

firmas con Dios esta unión 

y espero que nunca olvides 

tu primera Comunión”.

 Hoy en tu carita,

querido Alfonsito,

he visto la llave

de tu cofrecito

donde ocultarás

tus gratos recuerdos:

un libro de nácar

junto a ese rosario,

fundido en la plata,

junto a estos mis versos,

henchidos de amor.

 

He visto en tus ojos

cambiantes destellos

que a gritos pregonan

tu gran ilusión.

 

Hoy eres feliz

mi niño paciente,

siempre sonriente,

nueva alma naciente

que vendrá a arrullarte

en horas fervientes

y también silentes.

 

Transparente está tu alma,

tus ojos abiertos,

y para saber que sientes

y conocer tus anhelos

solo hay que acercarse

y mirarte fijo en ellos.

 

Al fin la semilla

de tus ilusiones

germinó en tu pecho,

cual flor delicada,

y aunque presentía

tu ansia lograda

llenará tu alma

de vacilaciones.

 

Otra etapa empieza ya,

no hay tregua en este empeño,

estamos contigo todos

y juntos intentaremos

que sigas así adelante

y tus metas consiguiendo. 



¡Mi querido Pincho,

cierra bien tu cofrecito

que tu rostro es indiscreto

y lo que hoy guardas con llave

nadie podrá ya saberlo…!

 

“Hoy es tu día de fiesta 

firmas con Dios esta unión 

y espero que nunca olvides 

tu primera Comunión”.

 

 

 Paseo del Batán 

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

 

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