sábado, 27 de marzo de 2021 in

Días de Semana Santa

 


Fotografía de Abel F. Ros. Qapta.es

Días de Semana Santa

“La tarde sigue su curso.
El público va cubriendo
palcos, sillas y balcones,
y taponando andariego
las diversas bocacalles
que dan a la plaza acceso.” (Manuel García Romero)

Lo tengo en mi recuerdo cuando en mi pueblo había palmas y había ramos de olivo engalanados con rosquillos y chucherías. Es el recuerdo de lo que pudo ser y no será porque tampoco este año habrá caoba y plata paseando por las estrechas y empinadas calles. Ni “San Juanitos” enlutando las calles, ni esas largas esperas al sermón después del Lavapiés. Tampoco habrá tragos nerviosos que siempre reconfortaban al sol de la cofradía que bullía. Ni abrazos en el pórtico con aquellos que hace tiempo que no veíamos mientras fumábamos aquellos cigarros-puros eternos recostados en la baranda del pórtico. La peste ha clausurado nuestras procesiones con sus turbas, sus picaos, sus centuriones, sus Cristos en enaguas, los tambores de Calanda, los Capas pardas de Zamora, los Salcillos murcianos y los autos sacramentales con saetas y diosas convertidas en dolorosas en las ciudades españolas. Es un Domingo de Ramos en toque de queda y la Semana Santa ya no termina en Pascua, aunque sí florida.

¡Qué pena no poder oír el sonido hueco de la carraca o el golpe seco posando la cruz de guía en la rampa que se inicia en el Cantón ni detectar la cadencia del sudor ansioso bajo el respiradero del “taramosco” ni ver caer el poso de la cera sobre el empedrado de las calles que reviran en la esquina de la calle de Estanislao Fraile, junto a las escuelas! Tampoco habrá humos de incienso nublando el aire ni naveta portada por monaguillo, ni fraile Corazonista predicador que, al término de la procesión, se sentaba en el confesonario para escuchar a los lugareños y perdonar sus culpas que les habilitara a cumplir con Pascua Florida. ¡Qué extraño todo! Tantos que ya no están porque se fueron, tantos que se quedan, nos quedamos… con esa tristeza ensimismada bajo el antifaz de una anormalidad, con los ojos vidriosos y esa túnica blanca planchada para portar el Sepulcro que otro año quedará holgando en su percha, a oscuras, sin Viernes Santo.

Fotografía de Abel F. Ros. Qapta.es

No desanimarse. Volverán los compases de la banda municipal junto a los sonidos fulminantes y roncos de las horcachas aguantando el peso del Cristo de la Columna y el de La Cruz a Cuestas. Volverán los aguantes a plomo y aquellos descansos interminables, casi eternos, bajo la parada de Nuestra Señora La Virgen del Humilladero allí, cruzando el Puerto. Y yo volveré a ahuecar las rosas del Monumento de Jueves Santo para posar mi mente sobre el silencio de los Oficios del Viernes Santo mientras anuncian que el sueño de los despiertos dejará de ser una pesadilla mañana. Allí estaré invariable. Intenso, con la memoria de la prosa dulce de Lorca, Machado, Salinas y Serrat suavizando el trago mientras pido ayuda para ver “¿Quién me presta una escalera/ Para subir al madero/ Para quitarle los clavos/A Jesús el Nazareno?” Y, después, poder guardar la corbata negra, como un ritual, hasta el año que viene.

Volverá, porque nunca se fue, aunque no esté ahí, en su tiempo inexorable marcando la hora en que todo se transforma en un bullicio de tópicos que no caducan con la vida y sus silencios blancos tatuados en la arpillera de sudarios, con faroles guiando esa recogida que me encoge el alma. Todo volverá… menos tu beso en la frente, grave, susurrándome: “hoy toca trabar, ¡suerte trabador!”. Ya no acariciarás tu manojo de lirios y tus purísimas calas en agua y, por primera vez, no serás puntual a tu liturgia de Oficios, adoración al Santisimo y Procesión. Te fuiste. Estás. Lo sé. Pero ya no volverás. Vale.

Fotografía de Abel F. Ros. Qapta.es

Texto La Medusa Paca. Copyright ©

 

Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores