El Zampullín
El Zampullín
Aquella mañana una bruma grisácea envolvía todo como
una gasa. Al fondo las salinas, los retorcidos e inclinados pinos, los arenales
y las charcas, las lagunas saladas, las dunas, saladares y pinadas y aguas como
espejos, y más allá, el cielo gris, azul y blanco. Los he visto en el
hermosísimo paisaje que tienen estos días las charcas de las Salinas de San
Pedro del Pinatar con sus carrizales y masegares de invierno, como si la
clorofila estuviera sumergida para dar ocres y dorados al mirar al agua
mientras las nubes se reflejan con la orla de una vegetación que ha comprendido,
enraizada, que la vida pasa. Sé que por aquí los flamencos se han ganado el
título de ‘reyes’ de las Salinas y Arenales de San Pedro, por su bello plumaje
rosado y su esbelta figura. Pero garzas, avocetas, chorlitejos, cigüeñuelas y
charrancitos tienen poco que envidiarles. Deseaba otra cosa en mi paseo entre
las dunas y los senderos marcados por retorcidas copas de formas imposibles.
Y allí los encontré, buscaba al zampullín, como
encarados unos con otros, estaban sobre el agua salitrosa y como emitiendo un
canto relinchante, formaban como un cortejo, como un canto de amor o más bien
dúo de amor y hasta pude ver como el macho entregaba a la hembra un simbólico
presente de hierbas.
Se me presentaron como pequeños somormujos, con pico
agudo, sin tener nada de patos y sin los pies unidos a las patas. Ahí estaban
como preparando el criadero en la charca remansada, en una maraña flotante de
hierbas, acuáticas, a veces asentados, o anclados a la vegetación.
Observé su vuelo raso y recto, como con el cuello
estirado, manteniéndolo más bien por debajo del nivel del cuerpo, y con las
patas colgándole detrás. Me fijé en su despegar del agua con chapoteo y sumergirse
en ella sin dificultad. En tierra dio la impresión de ser un ave torpe y
saliendo a ella lo menos posible. Escuché su“tuit-tuit” como si fuese una nota
de alarma. Su voz no era un parpar, sino un trino. Los identifiqué, me lo
indicaron, porque, en invierno, en el macho el mentón es blanco y pardas las
áreas castañas. Hoy les he visto los ojos como rubíes. Y hasta me agradó verles
alimentarse con pececillos; camarones; ninfas de libélulas, escarabajos
acuáticos, otros insectos y moluscos de agua.
Comprobé que es un pájaro como caído al agua. Se
sumergía y aparecía y levantaba el vuelo dejando unas huellas como las de la
lluvia sobre la laguna. Sólo porque el zampullín sea feliz merece la pena
conservar el Parque, es que para él el agua es su tierra. Vale.
Texto y fotos La Medusa. Copyright ©
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