martes, 27 de noviembre de 2012 in

El Icue, el gol de Víctor y…el quejío alegre de una gran familia





La Medusa anda estos últimos días de noviembre por tierras marmenorenses intentando pertrecharse de ese sol que, como en ningunas otras tierras, habita en estas orillas y en estos meses. Anda por aquí tratando de llenar el depósito para que le ayude a pasar ese invierno que ya está ahí y es anunciado con intimidación por esas borrascas descendientes de tierras polares.

Anda estos días para, además de tomar la sal y el sol, asistir al cumpleaños de su nietecita Vega, hacer excursiones intentando conocer los tesoros que esta Región esconde e intentar presenciar en su hábitat a este FC Cartagena en esta su singladura por la 2ª B, cobriza división del fútbol español. 

En uno de estos eventos estaba cuando tropezó, no por casualidad, con esos dos encantadores niños, Jorge y Ana que, un día del mes de diciembre, cuando se canta la lotería, cuando el FC Cartagena jugaba al fútbol, ganaba y aspiraba a la Primera División, cuando Victor, el 21, el gran Victor, firmó un gol que dedicó a esos dos ilusionados y encantadores niños.

Digo que, como La Medusa anda por aquí, habló con ellos, con sus padres Jorge y Ana para, como esta temporada estamos escasos de estas cosas, recordar aquello que un día sucedió en el Cartagonova y La Medusa, desde un Rincón para Doce, escribió como un quejío para alegría de esa gran familia.

Ahí va pues la transcripción literal tal y como apareció en SPORTCARTAGENA de aquellas fechas.

¡Va por ustedes, amigos y que quede en el recuerdo!

EN UN RINCÓN PARA DOCE

El Icue, el gol de Víctor y…el quejío alegre de una gran familia

PEDRO ROBERTO J. P. 22 diciembre 2010/22:00
Última actualización 22/12/2010@21:39:03 GMT+1



“Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta”.
(A. Machado)

Víctor siendo abrazado por Toché. (Foto: Abel F. Ros)

Icue, el articulista no desea ponerse sentimental por aquello de que en estas fechas todo el mundo es bueno, todo se perdona y todo es alegría. No. El articulista quiere narrar porqué el domingo, minuto dieciocho, un matrimonio y sus tres hijos lloraron y saltaron de alegría cuando un balón, convertido en obra de arte, salió de las botas de un artista  lanzado con talento y describió esa parábola maravillosa cayendo como una bella “folla seca “ dentro de la portería de Balbosa.

Los que dicen entender de esto manifiestan, probablemente con certeza, que un gol así Víctor no lo volverá a marcar nunca más en su vida. Se equivocan los entendidos. El Icue manifiesta que ésta no era la última hoja seca que quedaba guardada en el tronco horadado del roble victorioso del emeritense y que iba a ser enterrada para siempre, no. Estoy seguro que las furias del invierno, que hoy comienza, convencerán a sus hermanas para que, en otra oportunidad, alguna que otra “folla seca” se desprenda del nervudo roble treintañero y marque la misma u otra belleza: esencia queda todavía en ese grandioso pequeño frasco para desparramarse y perfumar hasta los sentimientos de aquellos niños que, por una coyuntura, se les había apagado la sonrisa. Pero ella resistía, agarrada a su débil ramita, hasta que la parábola trazada por el balón el viento exprimió la esencia y perfumó la red, besándola, para que los infantes sonrieran.

Ocurrió lo mejor y esta querida familia, tabique con tabique a la de Víctor, allá en Santa Ana, se olvidó de cuando las siete noches con sus siete miedos querían echarse encima. Sobre todo, la séptima, esa nube negra acunada con fuerte viento. Los niños de una y de otra aguantaron y las piñas y la luna se dispusieron a hacerles llevadera la caída y volvieron a jugar. Hasta que, amarillenta y con una gota de rocío en el regazo, consintió que, el nuevo viento, la posase suavemente en el suelo atrapándola. Entonces los nuevos vecinos del bosque celebraron su llegada con alegría.

Este golazo ha sido capaz de emocionar a esta familia y a sus hijos y a sus amiguitos, hijos de Víctor y Nuria, simplemente viendo las filigranas de una pelota de cuero, sobre un campo de césped, manejada con tal habilidad que les hizo delirar y emocionarse a estas dos jovenzuelas generaciones, invitándoles a llorar con lágrimas y “quejíos” de alegría.

Dio alegría verlos, todos juntos, a Jorge y Ana y a Alejandro y Alba, a papá Víctor y mamá Nuria, a Paula, Alba y al chiquitín Víctor. Exultantes. Parecía como si estuvieran a punto de escupir sus sufrimientos acumulados en ese rincón del sentimiento. Ahí andan ellos, su sonrisa totalmente abierta, sin arrugas en la frente -sólo tienen edad para reír- los pelos ensortijadamente embarullados, lagrimillas anchas como gotas de sudor resbalándoles por sus mejillas sonrojadas de euforia, sus manitas enlazadas para querer, como queriendo soltarse, saltar acompañando al papá-tío Víctor. Y prolongando, para romper los límites del tiempo, el grito de gol. Vértigo. Velocidad. Improvisación. Imaginación. Potencia. ¡Qué más da!

Amores. Sufrimientos. Familias queriendo llorar y reír a borbotones porque todo ya pasó. ¡Vaya regalo que os ha dejado el tío Víctor allí, en el alfeizar de vuestros corazoncitos!

¡Icue!, hala majete, adiós, y a ustedes, pacientes veedores de este ventanuco, decirles que un gol hizo felices a unos niños que, aun sufriendo, están exultantes. Felicidades Alejandro y Alba, muchas felicidades. Y a Víctor, gracias, muchas gracias por hacer felices a los amigos de tus hijos y a sus amigos.

PD. Dedicado, en esta Navidad, a los niños Alejandro y Alba vecinos y amigos y… hermanos de Paula, Alba y el chiquitín Víctor.

Pedro-Roberto J.P. hoy en Villamediana de Iregua. Dies 12/22: ante diem undecimum Kalendas Ianuarias.

Texto de La Medusa Paca, fotografías Abel F. Ros. Copyright ©

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