jueves, 22 de noviembre de 2012 in

Tiempo de Níscalos



Tiempo de Níscalos



 No sé si llamarte: Níscalo, Rovellón, Rovellons, Mízcalo o, ser pedante o culto, científico o latino y nombrarte simplemente Lactarius deliciosus como lo hizo tu baptizador Carlos Linneo.
O trasladarme a la costumbre de la cultura popular y agreste para nombrarte con las mil formas que te nombran por esos campos españoles por los que floreces. 

Si es así tendré que trasladarme a: Navarra y aclamarte como: Níscalo; hongo de pino; seta roya; hongo royo; robellón y seta de cardenillo. 

Aragón: Rebollón; rovellón; fongo royo y rebichuelo. 

Vascuence: Esnegorri; onddo gorri; ziza gorri; pinutela; pinetela o piñatelia.

En Castilla y por tierras de Burgos te llaman Mícula; por  Almazán, en tierras de Soria, Nícola; por tierra de pinares sorianas anizcle, amizcle y añizcle; Níspola o Nícalo por tierras vallisoletanas; seta de Nícalo por tierras burebanas; Rebollón en las faldas del Moncayo; Níscalo por Salamanca y Ávila; Mizclo por terrenos conquenses y Nizcalo por los caminos alcarreños de Camilo José Cela.

Andalucía: Guíscano y Pinetel. 

En el Condado Catalán: Rovelló; pinetell; esclatasang; vinader; estaper y sanguin.  

Y en tierra de Meigas: Fungo de muña; latouro y pingadouro.



Querida Medusa, los menten como los menten ahí están: deliciosos, populares y comunes en todos los montes hispanos. Ahí los tienes luciendo sombrero de ala ancha, primero convexo, después extendido y finalmente deprimido. Ahí los tienes involutos, con lisa cutícula, coloreados de naranja, asalmonados, con zonas rojizas y láminas decurrentes tornando a verde cardenillo. Paticortos, cilíndricos, huecos y preparados para ver la luz en esos terrenos sueltos, drenados y arenosos, hijos de la degradación de areniscas, granitos, cuarcitas, pizarras y esquistos donde el monte los presenta iluminados para lucirlos junto a caminos, claros y rasos.

Y cuando desean mostrarse en su esplendor compadrean intentando formar cuadrilla para jugar al escondite acompañando a pinos royos (Pinus sylvestris), pinos laricios (Pinus nigra austriaca) y cuando les apetece o los ajuntan, rastrean por los pinares de pinos carrascos (Pinus halepensis).

Sea como fuere y a pesar de las lluvias todavía es fácil llenar la cesta y presentarlos en nuestras mesas y de modo abundante desde hace varias semanas para preparar unas cremas en las que no pierdan nada de su delicioso aroma y sabor.

La Medusa siempre utilizará para sus cremas principalmente los pies de estos lactarios, ha comprobado son mucho menos aromáticos. Los aristocráticos sombreros -me desmontero ante unos Níscalos bien salteados con entreverado jamón ibérico- pueden disfrutarse en ensaladas y carpaccios. Y recuerdo haber tomado, en Medina de Pomar por más señas, unos Mícula escabechados con alubias blancas, para quitarse la boina. 


Texto y fotografías  de La Medusa Paca. Copyright ©

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