sábado, 27 de septiembre de 2025 in

AROMATICO PASEO

 




AROMATICO PASEO

“Huele a sangre mezclada con espliego,

Venida entre un olor de resplandores.

A sangre huelen las quemadas flores

Y a súbito ciprés de sangre el fuego.” (Rafael Alberti)

 

Estaban al borde de un ribazo y de un enorme charquetal. Eran unos hilillos perfumados, muy jóvenes, el tronco fino, hilazas violáceas, erguidas sobre el fondo pálido del cielo, y unas hojas diminutas, verdes, apuntando, revolando en las ramas delgadas. El aire y la luz del paisaje realzaban aún más con su serena belleza la de aquellos conjuntos de múltiples filamentos.

Me acerqué a verlos. Me senté frente a ellos, cara al sol en la frescura de la mañana, y mientras los contemplaba, poco a poco sentía cómo iba invadiéndome una especie de beatitud. Todo en derredor de ellos quedaba teñido, como si el paisaje fuera un pensamiento de una tranquila hermosura clásica: el charcal donde se erguían, las peñas al fondo, la llanura que desde allí se divisaba, la hierba, el aire, la luz.

El reloj imaginario de una espadaña derruida y cercana dio una hora. Todo era bello y, en aquel silencio y soledad, se me saltaron las lágrimas de admiración, de ternura y de recuerdos. Mi efusión, concretándose en torno a la clara silueta de aquellos hilillos perfumados, me había conducido hacia ellos. Y como nadie aparecía por ese campo, por su hoya y por los alrededores y llanuras de la iglesia-corral derruida, me acerqué confiado a sus débiles tallos e intenté abrazarlos, para estrechar contra mi pecho un poco de su fresca, balsámica, verde juventud e infinitos recuerdos. Vale.


ESPLIEGO

 

Marché a jugar entre jaras

hasta que las encontré.

 

Me senté

en el espigón calcáreo

de la peña los ahorcados

y el aroma de los montes

me llenó de color y fragancia 

con su efímera belleza,

tranquilidad y lindeza,

encumbrando melodías

al esconder sus perfumes.

 

Un hálito imperceptible,

un soplo, una bocanada

se enredaron en mi mejilla

y la mezcla deleitosa

saboreó mi sosiego.

 

Un hilo violáceo

bordaba en mi brazo derecho:

el espliego.

 

PRJP. N.º 86. En Ordoyo en un día fresco de agosto de enormes y bellos recuerdos.

 

Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.


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