domingo, 8 de enero de 2023 in

Semblanza de la noche hermosa

 



Adoración de los Reyes Magos o Epifanía, de Giotto

 Semblanza de la noche hermosa

Estoy en La Ribera, región de Murcia, son dos tardes después de la llegada, por supuesto en barco, de Melchor, Gaspar y Baltasar. La ciudad, aquí existe una Ciudad del Aire, está sostenida en pilares de algodón de azúcar. Ropones dorados, tronos de plata, estrellas de purpurina, dulcería volando por los aires y brisa de roscones entre el humo de encina de las casas-chalé que aún siguen habitadas. Una Ciudad del Aire reinventada en un cuento de final feliz. Paseo por sus arenales y sueño con esa cabalgata de Reyes Magos que tuvo en mis años de niñez la virtud de convertir el pueblo en un relato, en una fábula, algo que me salva de tanto cuento perverso. Un cortejo de fantasía que me protege de la intemperie del mundo. Una pausa en medio del caos de la vida.

 Hoy 8 de enero vuelvo a confirmar que el cortejo de los Reyes Magos ha cumplido a la perfección con su artificio mágico. Otra vez me ha llevado donde vagan los sueños de mi infancia. Ahora que el tiempo nos alcanza, he vuelto a reencontrarme con los juguetes olvidados en el desván del pasado, a esa patria arcádica de la que hablaban los poetas, a ese lugar ameno de la tradición clásica donde seguimos jugando. Los niños de ayer, los niños de hoy y los niños de mañana.

 Pasaron los caballos de cartón, los soldados de plomo, las muñecas, los diávolos y los rompecabezas de tarugos de cartón para dejar paso a la modernidad. Y no sé si os he dado alguna vez las gracias por aquel tren mecánico, con esa elegante y negra locomotora, vagones de transporte y sus railes apropiados para ser colocados encima de un gran tablero y contemplar su funcionamiento, que vino en un gran paquete enviado desde Nueva York y que me dejasteis en el balcón de aquel cuarto, junto a la cocina y al lado de la puerta bajera de ese aparador rinconero y que fue el regalo que más ilusión me ha hecho en la vida. Ya puedo revelaros un secreto: aquella noche oí las pisadas de vuestras botas en la habitación y hasta quise veros, aunque había luz eléctrica, ésta casi alumbraba y era muy mortecina, pero cerré los ojos y me hice el dormido. Siempre supe que veníais por la carretera de Alfaro, bordeando el barranco, almendreras, viñas centenarias y verdes sembrados que apuntaban. No sé cómo se las arreglaban vuestros camellos para cruzar el Puerto con dos o tres cuartas de nieve. A propósito, en Grávalos, pueblo todavía con vida, viven algunas personas que ya pasan de los cien, son escasas, pero ahí siguen. Son vecinos del pueblo muy ancianos y algunos están solos. ¡Por compasión, no os olvidéis de ellos! Vale.

 

Adoración de los Magos (Botticelli)

Texto La Medusa Paca. Copyright ©

 

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