Las nubes
Las nubes
Esta mañana escribo tras los cristales, hay boira, hay niebla, hay nubes bajas y hay frío, hace frío y el cuerpo no está habituado, tan de repente, a esto.
¿De dónde, ligeras, pesadas, blancas, grises, pasajeras del cielo, amantes del viento, vosotras nubes? ¿Qué sería de los cielos sin vosotras a quienes desgarran las montañas y a quienes tan dulcemente se entregan lomas y cerros? Cuando va vuestra sombra sobre los llanos, cuando se pliega sobre los barrancos, cuando parte en claros oscuros los trigos, cuando bajáis tremendas, o graciosas subís, subís, vosotras nubes, nostalgia de la tierra, ligeras desterradas, apresuradas amantes, cuyo besar nunca es largo, cuyo destino es tan human o que está pendiente del primer viento.
Ya están aquí las nubes, dicen los labradores, murmuran los pescadores. Y vuestra enorme presencia muda, llenando el cielo, añade no sé qué misterio a la vida. Ya están aquí las nubes.
Es un ligero humo blanco primero, tenue, casi invisible, un algodoncillo sobre la sierra que se confunde con la nieve, y luego unas manos inmensas que val palpando el azul, estrujándolo, ciñéndolo, abriéndolo en grandes lagunas por donde se escapan los ojos.
Ya están aquí las nubes.
Y las nubes como los enamorados, se hacen huidizas con el deseo e impertinentes con la abundancia. Pero su presencia llena como su nombre, como su fecundidad.
Ya están ahí las nubes.
Fotografías y texto de La Medusa Paca. Copyright ©
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