jueves, 28 de enero de 2016 in

La “Amasadería”





La “Amasadería”

“Y en esta hora fría, en que la tierra
trasciende a polvo humano y es tan triste,
quisiera yo tocar todas las puertas,
y suplicar a no sé quién, perdón,
y hacerle pedacitos de pan fresco
aquí, en el horno de mi corazón...!” (Cesar Vallejo)


Me cuenta hoy mi agricultor que, en las casas de su pueblo, casas de campesino casi todas ellas, solían tener un espacio dedicado a lo que allí se llamaba “el cuarto o sala de la amasadería”. “Amasadería” es una palabra propia y específica del lenguaje de la villa de mi agricultor y, probablemente por defectuosa o vulgar, no recogida en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Nuestro diccionario, por el contrario, sí recoge el vocablo amasandería como procedente del habla y lengua chilena para referirse al vocablo español de panadería y definido en su segunda acepción como “Sitio, casa o lugar donde se hace o vende el pan”. Hoy mi agricultor deseando aumentar mi información, también las de mis apreciados lectores, llega a decirme que, en torno al cuarto de la “amasadería” de su casa, existían dos artilugios que siempre le llamaron la atención por su funcionalidad cuando mi madre, ¡ay mi madre!, amasaba la hornada propia de cada semana cuales eran: la sobadora o sobadera y la artesa. De la primera dirá algo hoy, y de la segunda lo hará en otro día. También llega a decirme que, a pesar de que luego algunos puedan apropiarse de la información sobre estos trebejos, él lo hace para recuperar del desván del olvido unos auténticos símbolos o armatostes del mundo rural.

Para explicar, calificar y definir lo que la sobadora o sobadera representaba no sólo en el cuarto de “la amasadería”, sino como herramienta imprescindible a la hora de amasar, mi agricultor escogerá esta tríada de adjetivos: algo aparente, curioso y esencialmente apropiado para entender ese mundo de subsistencia de cualquier pueblo rural, descarnado y pobre. Mi labriego ha seleccionado esta tríada de adjetivos con los significados que, no hace tanto tiempo, se utilizaban en el pueblo y para que hagan juego con la antigüedad del artilugio en cuestión. La sobadera era algo aparente y propio y, en mi pueblo, siempre significó algo “limpio y aseado” e incluso solía utilizarse como algo propio y peculiar y como palabra distinta a limpio, pulcro y curioso. Aparente sí lo recoge el DRAE con la acepción coloquial de “vistoso, de buena apariencia”. Y también recoge el vocablo curioso con la acepción de “limpio y aseado”. Por lo tanto, sobar la masa de pan en “la amasadería” y pasarlo por la sobadora era una función limpia, aseada, pulcra y de excelente apariencia, fundamentalmente cuando la hogaza salía del horno, por supuesto de leña, con la cara tostada. 

Mi agricultor sabe que sobadera o sobadora vienen a significar el mismo cacharro para la misma función, pero hoy se andaría con escrúpulos a la hora de usarlas indistintamente, cosa que intentaré demostrar. Y esto por varias razones:
1ª) Porque al “artilugio” de marras no son nombres precisamente lo que le faltan: amasadora, bregadora y bregadera, que no recoge, aunque se usan, el DRAE, que sí recoge, ¡faltaría más!, bregar “amasar de cierta manera”.

2ª) Porque, si quiere distinguir sobadora de sobadera, que haga lo que ha hecho con amasadora “máquina para amasar” y amasadera “artesa en que se amasa”, utensilio éste último al que tampoco le faltan nombres, alguno, por cierto, sabrosísimo: artesa, duerna, masera. A mí las artesas y las duernas, con sus hijos, los duernos, me gustan por su versatilidad; pero las maseras me vuelven loco, me gustan a rabiar, simplemente cocidas, sin una buena sidra ni vino de jerez… 

3ª) Porque sobar “tocar reiteradamente con las manos para ablandar y suavizar”, entre otras acepciones, algunas no santas, tiene un origen incierto, lo que propicia no pocas incongruencias: sobeo para el DRAE significa “correa fuerte con que se ata al yugo la lanza del carro o el timón del arado”, de donde ensobear “atar con el sobeo …”, mientras que, para el Diccionario del Español Actual de Manuel Seco, sobeo, sinónimo de sobado, es exclusivamente la “acción de sobar”. Es evidente que sobeo y sobeo son dos palabras distintas. Para unos sobado, “acción de sobar”, es una palabra y sobado, en su variante pasiega “sobao”, es “un dulce típico de la región de Cantabria y, por lo tanto, otra palabra distinta. Larga vida a esta sobadera o sobadora, añorado trasto de esa oscura “amasadería” de la casa que fue del Cantón. Y… ahora tú mismo. Vale. 

“Se quisiera tocar todas las puertas,
y preguntar por no sé quién; y luego
ver a los pobres, y, llorando quedos,
dar pedacitos de pan fresco a todos.
Y saquear a los ricos sus viñedos
con las dos manos santas
que a un golpe de luz
volaron desclavadas de la Cruz!

Pestaña matinal, no os levantéis!
¡El pan nuestro de cada día dánoslo,
Señor...!” (Cesar Vallejo: El pan nuestro)

Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright ©

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