lunes, 3 de octubre de 2011 in

LOS SONIDOS DE MI PUEBLO

LOS SONIDOS DE MI PUEBLO

Fografía del autor

María campana me llamo, cien arrobas peso, si no me quieres creer cógeme a peso”

Los más antiguos del lugar, y el lugar es un pueblecito castellano-riojano de la antigua Castilla la Vieja, le cuentan a La Medusa que la transmisión de información la resolvían en el pasado y, en ocasiones, también en el presente, usando medios muy variados, desde el humo hasta las banderas y el bando del pregonero, si bien, fueron los sonidos obtenidos utilizando campanas, los más empleados y conocidos.

El sonido de las campanas es música y es lenguaje. Son sonidos y son palabras. Se echan las campanas al vuelo para anunciar un acontecimiento que despierta júbilo; doblan las campanas en señal de dolor; tocan puntualmente para señalar el transcurso del tiempo y el orden de los días. Las campanadas de Nochevieja marcan en pocos segundos la frontera entre el inicio y el fin, entre el pasado y el futuro.

Le cuentan a Paca que tradicionalmente sirvieron para diversos fines de carácter social y religioso. En ese pueblecito castellano y viejo llamado Grávalos ha recogido, después de escucharlos, los que sirven de llamada a la vecindad para acudir a determinados actos, comunicar noticias como el inicio de las fiestas patronales o transmitir alarma por haberse producido un incendio o cualquier otro hecho de consecuencias no deseadas. Como repique religioso sobresalen aquellos para convocar a actos litúrgicos o la oración individual, así como para comenzar alguna actividad, como las procesiones o informar de la celebración de los bautizos, funerales o de la administración de la extremaunción y viáticos a los enfermos, así como diversas circunstancias, como la muerte de algún vecino.
Grávalos, fotografía del autor

TOQUES

En esta villa milenaria todavía se siguen realizando los que a continuación relata La Medusa advirtiendo que los sonidos tienen su secreto que únicamente conocen sus fundidores y la altura del sonido está en función de la raíz cuadrada de su peso.

El toque del ángelus: se realiza al amanecer, al medio día y al atardecer. Estos tres toques marcan tres momentos fundamentales del día, el amanecer, el medio día o la hora de comer, y la hora de regresar a casa tras el trabajo,  orientando a todos los que se encuentran trabajando en el campo, e invitándoles a rezar.
Toque de arrebato: este toque se hace cuando hay alguna catástrofe, un incendio, etc. Se tocaban varias campanas a la vez, cuatro en este caso, y de forma rápida para que acudieran los vecinos en ayuda, a socorrer o  sofocar algún incendio.
Toque de fiesta: Los días de fiesta grande se tocan las campanas “a vuelo”, que consiste en voltear las campanas, cosa que realizan los mozos más arriesgados.
Toque de difuntos: también conocido como “Clamor” que avisa del fallecimiento de algún vecino. Es un toque lento, en el que participan dos campanas distintas y que todavía hoy sobrecoge cuando suena. Al final del mismo nos daba la clave: si el finado era hombre se dan  dos toques separados, y tres si la fallecida era una mujer. Mientras el cadáver es conducido al cementerio las campanas tocarán a duelo, durante todo el recorrido.
Toque de gloria: Así se llama al volteo de fiesta sonando todas, fuerte y al mismo tiempo.
La Medusa Paca ha vuelto del pueblo contenta y satisfecha al comprobar que, los impersonales y fríos procedimientos eléctricos, aunque prácticos, todavía no han sustituido a todos nuestros campaneros, volteadores o bandeadores, herencia de aquellos viejos sacristanes del lugar, Victoriano y su sobrino Alejo. Ella espera que así sea a corto, medio o largo plazo.

Fografía del autor
http://www.youtube.com/watch?v=2XdJ3GQY1Dc

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