sábado, 8 de octubre de 2011 in

“El Pájaro”: Escultor y santero

“El Pájaro”: Escultor y santero

Escultor y Santero junto a su ermita

Roberto y Araceli tienen nombre y apellidos, Araceli Pascual y Roberto Pajares, “El Pájaro” son los "santeros" de la ermita de la Virgen de Lomos de Orios que ayer conocí y que viven desde hace veinticinco años en este enclave de la sierra.

Ayer nos dimos de bruces con ellos. Los viajeros iban a ver y, por qué no, también a rezar ante esa maravillosa talla románica de la titular de la ermita. Salieron a recibirnos, más bien a vigilar quien merodeaba por sus territorios a guardar, y nos encontramos con dos artistas que, instalados aquí desde hace 25 años, se ocupan de la atención y pulcritud de la ermita, además de la promoción de la artesanía y del turismo en la sierra.

El que de verdad nos impresionó no tanto fue Araceli, cuanto “El Pájaro” y una enorme y siniestra calavera en un cortafuegos de montaña, arte en medio del bosque. Arte en un prado. En una ermita. Esto no es extraño a lo largo y ancho de todo este emblemático enclave de la sierra riojana, en el corazón del Parque Natural de Sierra Cebollera, donde ya hace ocho años se desarrolló el singular parque de esculturas Lomas de Oro. Algunas de sus piezas, como la llamativa calavera, todavía se conservan en pie.

 Roberto y Araceli

 ¡Qué impresión! No es extraño quedar impresionados ante el artista, ante el santero de esta ermita casi legendaria, estrechamente vinculada al pasado pastoril y trashumante de Cameros y ante este ermitaño descuidado y despreocupado. Los artistas deben ser así o la santería lo requiere.

Roberto Pajares “El Pájaro”, se presentó en la montaña como promotor de aquella primera experiencia de land art en La Rioja y Los Cameros; como impulsor del Parque de Esculturas Tierras Altas, donde una treintena de artistas  impregnaron su huella en el paisaje convirtiendo este museo al aire libre en uno de los principales reclamos de la Sierra de Cebollera y como creador de otra iniciativa algo más modesta de hace dos años: “Espantapájaros” -casi un juego artístico en medio de la naturaleza-, o de aquella otra, “El busto es mío”, igual de independiente que las dos anteriores, es decir, absolutamente carente de subvenciones, libre y anárquica. Allí reunió, “No sé si fuimos catorce o cuarenta los artistas que participamos”, confiesa a los viajeros. Sí lo sabe,  tiene pudor confesárnoslo al recordar que vinieron artistas y amigos de media España, desde Canarias al País Vasco, y también de Alemania. Esto, nos dice, fue el mes de octubre de 2008.

 Santero y artista

Con “El busto es mío” intenté, nos comenta, “generar una propuesta para crear un parque de arte utilizando la naturaleza como espacio de encuentro en los alrededores de la ermita en la que la participación estuvo abierta a todas las disciplinas: vídeo, fotografía, pintura, performance... aunque probablemente la escultura resultó la más recurrente. No faltaron en la jornada ni el chorizo ni el vino para los visitantes”.

Aunque ermitaño, observo mediante sus vivarachos ojos que “El Pájaro” supo y sabe valorar la buena compañía como excelente anfitrión que es.

La ermita tiene algo; será la Virgen...O será el pájaro que anida en ella.

 Arte en la ermita

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