viernes, 14 de octubre de 2011 in

El humo y sus latidos

El humo y sus latidos

La Medusa Paca hoy se vuelve viajera y retorna, como hace tiempo, a caminar por los andurriales de ese pueblecito de la Comarca del Cidacos cuyo nombre es Peroblasco.

Acude allí, no para reunirse con sus vecinos y amigos, para reclamar la construcción de un local comunitario, mejores accesos y mejor recogida de basuras, no, no, sino para adentrarse por sus calles y dialogar con sus gentes sobre una fiesta vitalista que, instaurada hace veintidós años, ha logrado consolidarse como la Fiesta del Humo. Un humo de colores que surge de las casas queriendo enviar el mensaje de que hay vida en la aldea y que precisa atención

Fotografía de Ernesto Pascual

Paca, pensando en lo que se encontrará, no ha hecho otra cosa que meditar sobre la vida, la vida en Peroblasco. Esa vida que se ha plantado cual hilillo surgido repentinamente desde el curso del río Cidacos encajonado entre las montañas en la que se palpan esos latidos de humos de colores como si de una isla idílica se tratase.

Siento que me encontraré con sentimientos vecinales y con un distinto  sentir, sufrir, con esencia de protestar de esta aldea todavía viva, latente y perteneciente a Munilla.

El viajero se da cuenta de que estamos a mitad de octubre  y no a final de julio cuando su Fiesta del Humo se convierte en una especial cita para muchos que acuden a ella atraídos por esas señales. Probablemente, muy probablemente el ambiente festivo de esos días finales de julio no me acompañe, ni la jornada sea propicia para tomarme unos pinchos con sus escasos vecinos ni para jugar una partida al mus, casual o accidentalmente no encontraré pareja ni contrincantes ni me encuentre, a la caída del sol, quien me deleite con los pasacalles de Los Gaiteros de los Doce Linajes.

Fotografía de Ernesto Pascual

Estoy seguro de que el viajero tampoco tendrá que esperar que suene el “Kanon de Pachelbelt” ni que su melodía se extienda a lo largo del valle ni que desde el interior de sus casas, hoy deshabitadas - sus habitantes son para el verano como las bicicletas- comiencen a exhalar humos de diversos colores, señal de que están vivas en sus mensajes de protesta.

La Medusa conoce que esta original reivindicación cumple ya más de dos décadas en las que el sueño de sus escasos, no por eso menos importantes vecinos, está aún por cumplirse. Por ello, el viajero desea comprobar si ese reclamo de demandas básicas para mejorar su vida con un suministro de un agua de calidad, con limpieza y mantenimiento de su grandioso manantial acuífero y con la reconstrucción de su medieval puente que, a través de un perfecto empedrado, pueda conducirme hasta el centro de la aldea y poder contemplar la espadaña de su iglesia derruida.

Les prometo que mañana, después de este viaje, podré decirles más cosas sobre si el humo de colores se vuelve a mostrar en los atardeceres calientes de finales de cualquier mes de julio. Si todavía existe famélico o está ya restaurado el emblema de la aldea -su puente medieval, único acceso a la pedanía- y si igualmente la espadaña de la iglesia terminó por caer o está ya encorsetada.
Ya les contaré, espero tener un noticioso viaje y disfrutar de esta maravillosa ruta.

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