lunes, 24 de octubre de 2011 in

La Sagrada Familia: fachada de La Pasión

La Sagrada Familia: fachada de La Pasión


La Medusa está en Barcelona, se ha paseado por Las Ramblas, se ha acercado hasta el mercado de La Boquería en busca de todo tipo de productos válidos para el almuerzo: pescado, chopitos, setas, jamón, y bombones de postre. Ha paseado por ese encantador barrio, que es el barrio gótico y, al final, ha aparcado sus penas, alegrías, preocupaciones, sinsabores y felicidades en una de las puertas y fachadas del templo de La Sagrada Familia; la fachada de La Pasión. 

No me pregunten por qué he decidido descansar en la escalinata de esta fachada; si para sollozar y reírme o para rezar en silencio, aislándome del barullo. Quizás me he aposentado allí porque  está orientada a poniente, porque es extraordinariamente desnuda y austera y porque sus formas son geométricas y en arista o por su porche de seis columnas o por la división que hace el mainel con los signos Alfa y Omega o porque hay sobriedad manifestada  en la presencia de sus columnas en forma de huesos y sobrias esculturas que añaden dramatismo al ya deliberadamente triste diseño de Gaudí. No me lo pregunten, no lo sé, y si lo sé, a quién le importa.

Me he levantado, he descendido y caminado hacia afuera, he querido mirarla desde lejos, y desde cierta perspectiva me he dado cuenta que esta grandiosidad parece terminada, me alegro que no lo esté para volver a verlo y visitarlo y poder sentarme para contemplar otra fachada, aunque sea tan sólo una portada, como si de un escenario de teatro se tratase, que al fin y al cabo es lo que es, aunque su verdadera representación y sus actores, el VERDADERO ACTOR está en el interior. 


 Creo que fue Paul Gauguin el que llegó a decir que el simbolismo es la expresión de la idea a través de la forma. Símbolos claros y diáfanos como agua de nieve, hallando sus formas en la Naturaleza que siempre actúa con lógica y sin intentos de creación artística, solamente con propósito funcional y práctico son los que, constantemente, se me presentaban.

He deseado pasar revista a lo que quiso decir Gaudí con sus formas tridimensionales y me he dado cuenta que su simbología me ha facilitado el examen. Y no he tenido más remedio que agrupar estos símbolos en: Símbolos cristianos; mitológicos; patrióticos y falsos símbolos fruto de imaginaciones ajenas a la de Gaudí.

Pregunto y me cuentan que: “Gaudí se sirvió de la Biblia y de la tradición cristiana para poner ciertas expresiones en sus edificios. Que a La Sagrada Familia la llaman la Biblia en piedra pues en ella, de modo ingenioso y completo, se presentan todas las verdades de la Religión”. Y el viajero queda absolutamente perplejo, estupefacto y sorprendido cuando su guía particular le indica que “del Apocalipsis sacó Gaudí modelo”.

Ayer tenía ganas de oler, saborear y sentir el otoño en ese espacio representativo de Barcelona. Anteayer  acababa de abrir sus imaginarias puertas a la vida mi nieto Alfonso  y el viajero, junto a la Medusa, ha querido celebrarlo apostado al perfil gaudiano inconfundible de la basílica de la Sagrada Familia.

Tras la experiencia modernista de este museo abierto, callejero y exterior, el viajero, la Medusa y la compaña se han conducido hasta casa, sin darse cuenta que esta está situada, passeig Sant Joan, justo detrás y a la vuelta de la esquina del templo expiatorio, para  preparar y continuar su aventura de mañana, que será gótica.

Ahora ya sé el por qué tuve la necesidad de sentarme en la escalinata de esa fachada:  tenía necesidad de arquitectura gaudiniana, especialmente de la del templo, deseaba conmoverme, que me revelase algo para liberarme de la visión banal y corriente de las cosas, conectándome con un sentido superior, más verdadero, más bello. Esa fue la necesidad y no otra.


 Fotografías y textos de La Medusa Paca. Copyright ©

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