jueves, 1 de septiembre de 2011 in

SEPTIEMBRE, EL SONIDO DE LA NATURALEZA, AFANES E HISTORICIDAD

SEPTIEMBRE, EL SONIDO DE LA NATURALEZA, AFANES E HISTORICIDAD

Al comenzar el mes de septiembre la Medusa Paca desea recordar todo ese mundo que resuena en la obra de Miguel Delibes. Un mundo que conoce bien después de toda una vida tras las perdices por los páramos de la Meseta. Es en Los Santos Inocentes donde nos deleita el oído con los sonidos de septiembre. Mes que vuelve a igualar días y noches en el equinoccio, animado por la pasa de las aves hacia los cuarteles de invierno y por los amables frutos de árboles y huertas.

“...y escuchaba los sonidos de la sierra, el ladrido áspero y triste de la zorra en celo o el bramido de los venados del Coto de Santa Ángela, apareándose también, y, de cuando en cuando, le decía,
la zorra anda alta, milana, ¿oyes?”

Y, también, el autor del “LIBRO DE ALEXANDRE” nos relata los afanes de este mes que se acerca a la cuba de vino, la prepara y la llena.

“Septiembre trae cerallos y sacude las nogueras,
Aprestaba las cubas, podaba las mimbreras,
Vendimiaba las viñas con hoces podaderas,
No dejaba a las parras llegar a las higueras.”

Y…un poco de historia sobre el nombre del mes septembrino.

LÓGICAMENTE este mes se llamó Septiembre (September) cuando ocupaba el séptimo lugar en el primitivo calendario romano.

Sin más razón que la de haber sido el séptimo, continúa con su nombre ilógicamente desde el punto y hora en que, por virtud de la reforma introducida por Numa y por los decenviros, Enero y Febrero quedaron colocados a la cabeza del año y Septiembre descendió hasta el noveno puesto. En justicia y en verdad, razonablemente le corresponde el nombre de Noviembre.

Pero la denominación de Septiembre es intangible e inmutable; contra ella no han logrado prevalecer cambios, alteraciones ni reformas.

Desde que Roma hizo a Julio recordador del gran Julio César, y desde que Augusto se afanó hasta obtener que Agosto perpetuase su memoria, los Emperadores sucesivos experimentaron la ambición de que se les rindiese el homenaje de dedicarles un mes.
El Senado llegó a acordar que Septiembre recibiese la denominación de Antonio; pero el pueblo, sin previo acuerdo, resolvió unánimemente no emplear el nombre que pretendía imponer el Senado, y como el uso general es ley con mayor fuerza que la votada por un Parlamento, Antonio sucumbió en el olvido y Septiembre permaneció y subsiste.


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