viernes, 9 de septiembre de 2011 in

Cuento del Peregrino quevediano

Cuento del Peregrino quevediano

La Medusa Paca les cuenta lo que ayer le contó un Peregrino, mientras descansaba, refrescando los pies y enfriando el gaznate, en una fuente junto a la ermita de Valdefuentes, en las faldas del Puerto de la Pedraja (1150 mts) y en las estribaciones de Villafranca de Motes de Oca. 



Son cultos, esforzados y generosos estos peregrinos, cultos por lo que les voy a narrar me contaron de Quevedo. ¡Ay que joderse!, hablar de Quevedo en pleno esfuerzo, después de escalar andando esa altura, a las once de la mañana y con un sol que se despedazaba, aun siendo septiembre.

Son esforzados, sola y exclusivamente, por el mero hecho de cubrir etapa tras etapa en jornadas diarias esas andaduras cuando más canta la chicharra y  mira que ayer cantaba.
Y son generosos al contarme, sin intereses, esta retahíla de cultura que a continuación les transmito. Ellos son así, son desinteresadamente Peregrinos de la Vida:

 Cuenta Quevedo el cuento de un hombre que, enfadado de que los ratones le royeran los papeles, los mendrugos de pan, las cortezas de queso y los zapatos viejos, trajo unos gatos para que le cazasen los ratones; pero pronto vio que los gatos se comían los ratones y además le sacaban la carne del asador o de la olla y se zampaban las palomas y las piernas de cordero. Mató a los gatos y dijo:

"Vuelvan los ratones y aplicad vosotros este chiste, pues como gatazos, en lugar de limpiar la república, corréis y cazáis los ladrones ratoncillos y juntamente os engullís el reino, robáis las haciendas y asoláis las familias. ¡Infames!, ratones quiero y no gatos".

Quevedo me cuentan acabó así la historia.

"Diciendo esto, mandó soltar los presos, y prender todos los ministros de la cárcel. Armóse una herrería y confusión espantosa; trocaban unos con otros quejas y alaridos; los que tenían los grillos y las cadenas se las echaban a los que se las mandaron echar, y se las echaron".

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