El paseo
El paseo
Salgo a pasear cuando la tierra todavía huele a
dormida, cuando ya se han despertado los chorlitejos, algún charrancito y ese
flamenco solitario de la Charca y mientras los pescadores preparan sus aperos para
llenar con sus colores de sirgo, verdosos y ocres el azul de la mar. Lo más interesante de donde me encuentro, lo
descubro mirando al horizonte, dos molinos blanquecinos, hermosísimos, hacen de
fachada de la lejanía, la luz verde del faro que me vigila y más allá, la luna llena envuelta en
nubes rosas y azules. Avanzada la mañana, el cielo se llena de miles de
gaviotas reidoras y sombrías que pasan tan altas que sólo se distingue un gris
volandero sobre el azul, azul del cielo. Hoy que me siento melancólico, más
que reidoras, estas Chroicocephalus ridibundusme
me suenan como lloronas. Pasan muchas bandadas, a veces formando
una "V" muy desdibujada, como sus compañeros de la Patrulla Águila.
Sobre la arena mojada de la Llana y al aire de su playa, se van juntando para
hacer un descanso, dando vueltas en espiral como los papeles abandonados en sus
dunas. Se pueden observar las gaviotas entre-mares al despuntar el día, al
calentar el sol, a eso de las seis y cuarto, cada vez más tarde, según se alarga,
con la marea de luz, la noche de los días. Hasta hace poco, casi todo eran
gaviotas reidoras, pero ahora hay tantas, o más, gaviotas lloronas pasando al
atardecer por el cielo salitroso, tan bajas, tan rasas, tan cerca, que resultan
familiares. Vale.
Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright ©
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