Un paseo, una pintura
Un paseo, una pintura
“En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina”. (Jiménez, Juan Ramón)
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina”. (Jiménez, Juan Ramón)
La Medusa sale
cuando la tierra todavía huele a dormida. Cuando ya se han despertado los
jilgueros, mi agricultor y los labradores para llenar con sus colores de sirgo,
amarillos, rojos, el verdor de las vides. Bajo los sarmientos, un hombre
vendimia, otro rompe los ensortijados zarcillos, impedimentos del corquete
penetrante y recuerda a esos nietos primaverales que escardó en el entretiempo pasado,
al ser pámpanos sin fruto en la vendimia siguiente. Otro se encorva entre el
bosque de cañas y palos que sostienen tomateras y alubiares. Tiene el camino
armerías florecidas como las de los acantilados, y yezgos, borrajas, escarolas,
apios y achicorias que nombro con la vista. Zarzamoras que agonizan. Hace
calor. Ha llovido y hay infinitud de caracoles blanquecinos encaramados a los
tallos. Como un cuadro es esa caseta de aperos dibujada a lo lejos y la huerta
con sus primeros cardos, alcachofas, lombardas y repollos redondos
y compactos, tersos, vistosos y modestos y esas últimas rosas que plantó el hortelano en la
cerca, sobre el cemento agostado, para llevárselas a su mujer a casa. Esta
parte más productiva de la huerta, es la que la convierte más hermosa. Al fondo
suenan la chopera y el río Iregua, lleno de piedras su cauce, donde el agua, al
tropezar, se vuelve blanca como una enagua de abuela.
Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright ©
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