Retrogusto de melancolía. "Non omnis morietur"
Retrogusto de melancolía. "Non omnis
morietur"
“Yace ahora y sus desnudas piedras
visten piadosas yedras:
que a ruinas y a estragos
sabe el tiempo hacer verdes halagos”. (Góngora, Soledades)
La entrada de septiembre deja un “retrogusto” de
melancolía, de nostalgia y tiene un mucho de lamento elegíaco atemperado por
las vivencias personales compartidas. Está en plena sintonía con la más
arraigada tradición literaria, aparte todo lo más íntimo y personal. Desde el
barroco, uno de cuyos tópicos más fecundos fue el tema de las ruinas, con
cultivadores de la talla de Medrano, Rodrigo Caro, Lope y Góngora. Hasta los poetas,
dramaturgos y cuentistas del Romanticismo, con su epígono Bécquer a la cabeza,
con variados paisajes cercanos a mi pueblo por cierto.
Ahora, con la llegada de septiembre, cuando los
pueblos vuelven a quedarse vacíos después de todas las fiestas de agosto y con
la bajada paulatina de las temperaturas es un placer deambular al atardecer por
esas calles desiertas. Produce una gran dosis de melancolía. Yo solo quiero
irme a mi casa en el pueblo, recoger moras y hacer la mermelada de todos los
años. Y cuando acabe, si tengo tiempo, con un libro sentarme en la puerta a la
sombra de la parra que pronto perderá las hojas.
Desde luego, no se puede decir que mi pueblo sea un
pueblo abandonado. Ya quisieran muchos otros, tristes conjuntos de esqueletos
arruinados y entregados a su suerte definitivamente, recibir con asiduidad
gentes con tanto amor por su tierra.
Lo de hoy, para La Medusa Paca, es un feliz anticipo
sentimental de la melancolía del otoño. Hay que darle la razón al maestro César
González Ruano: “En otoño las musas engordan y las hojas caen”.
¡Dichosos pueblos!, en los que non omnis morietur.
Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©
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