Grávalos, por carreteras secundarias
Grávalos, por carreteras secundarias
Quise, no tengo otra solución, que adentrarme por carreteras secundarias para llegar a Grávalos. Lo hice por la LR 123 para
luego marchar por la LR 385, Si tienes tiempo y deseas acercarte a éste
encantador lugar te recomiendo elijas esas carreteras en las que el tiempo se
remansa como un río que no tiene prisa por morir; el espacio se dilata y el
campo no se encajona como en las autopistas y autovías por las que corremos
todos como alma que lleva el diablo. Yo elijo las carreteras secundarias porque discurriendo por
ellas lo importante no es el destino, en este caso llegar, sino el mero viaje,
en este caso revivir.
No importa cuando lo hice, ni tampoco cuando volveré a hacerlo. Volveré y este
es el pacto. El pacto con ese lector desconocido, claro, que acaso quiere saber,
como yo, lo que no frecuentan los papeles, las vidas y los afanes de quienes
trabajan sin estridencias, intentando hacerlo como se debe, sin más recompensa
que el propio bien hacer. Escribir y detenerme a hablar de un pueblo que,
gracias a lo que está por venir, no se extingue a fuerza de haberse vuelto invisible,
silencioso, estoico, seguramente también imaginario.
Por carreteras secundarias van a transcurrir paisajes que nos hemos
acostumbrado a ver desde la ventanilla, un pueblo de lejanías que no desea desvanecerse
a tanta velocidad como los ideales ilustrados, con los que siempre tropieza la
historia de los pueblos y del mío también. “En la juventud da la sensación de
que las preocupaciones de uno son las mismas que las de todo el mundo. Más
adelante queda claro que no es así”.
Esas son palabras de James Salter, un peregrino novelista capaz de trabajar
hasta la extenuación para que las palabras sean mostrativas de la experiencia
de los pueblos, como la vida. Un novelista que escribe como si condujera por
carreteras secundarias para “Quemar los días”.
Este es mi anuncio de lo que haré
este otoño: Volver a leer a Salter. ¿Y qué más? ¿Te parece poco? He visto el
resplandor simbólico de las hogueras en la LR 385 que conducen hasta el balneario aquel que un día describí
como: “Un Lugar de Luz” y deseé que: ¡Por favor, que lamantelería sea blanca y mullida!; y que ¡Por favor, que el albornoz sea de algodón blanco!
Y ante la tardanza de que
lleguen esas blancas y mullidas mantelerías y que ese Lugar de Luz salga de las
tinieblas, me estoy haciendo muchas preguntas que todavía no tienen respuesta y
para ello deseo iniciar y volver al kilómetro cero y poder volver a ver cómo los caballeros
encorbatados y las señoras y muchachas
de uñas primorosamente pintadas se descalzan para sentir el calor de las aguas
sulfurosas-minero-medicinales, punto donde arrancan todos los sueños
metafóricos y todos los sueños literales de mi pueblo.
Deseo volver irme de viaje por
las carreteras secundarias y tratar de ver qué queda de las esperanzas o
desesperanzas de mi pueblo, de su balneario y de sus gentes que me ayudarán a descifrar
el canto de los pájaros.
Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©
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