La exposición y el claustro
La exposición y el claustro
Tomando el refrigerio propio de la mañana entablé la
siguiente conversación con un Oniense mayor, bastante mayor y le pregunté: ¿por
qué ahora no se construyen iglesias, conventos, monasterios, catedrales como
las góticas famosas? Y me dijo: “Los hombres de aquellos tiempos tenían
convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para
elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión”.
Antes de entrar a San
Salvador para extasiarnos con los recovecos de las Edades del Hombre, ¡qué
mayores somos!, nos sentamos en la escalinata previa a la puerta de entrada y
descansar de ese fresco y saludable itinerario que nos habíamos dado por la
orilla del río Oca que, tras concluir su recorrido por tierras burebanas,
excava un estrecho desfiladero en busca del río Ebro enclavado en este
estratégico lugar, entre la meseta y la cornisa cantábrica.
El Monasterio de San Salvador se nos ofreció, desde la escalinata, como un monasterio poderoso, fundación de comienzos del siglo XI por el conde castellano Sancho García, el de los Buenos Fueros. Fundación pensada para que su hija Tigridia presida y gobierne a todos los servidores de Dios (Dei cultores) y devotas de Dios (Deo devotas), que allí habitan y que, durante siglos, fue un importante centro de poder.
El Monasterio de San Salvador se nos ofreció, desde la escalinata, como un monasterio poderoso, fundación de comienzos del siglo XI por el conde castellano Sancho García, el de los Buenos Fueros. Fundación pensada para que su hija Tigridia presida y gobierne a todos los servidores de Dios (Dei cultores) y devotas de Dios (Deo devotas), que allí habitan y que, durante siglos, fue un importante centro de poder.
Allí esa su escalinata,
antesala orgullosa de otros tiempos, fijó en los viajeros el orgullo que los
antepasados lugareños mostraron, hoy también, en sus grandes edificios
religiosos y civiles, en los restos de sus murallas y en el conjunto de su
trazado urbano articulado en estrechas y sinuosas callejuelas en torno a sus
varias plazas y espacios abiertos, casonas blasonadas y casas de fachada
estrecha de piedra y entramados de madera y ladrillo de tejar o de adobe.
Y allí, sentados en la escalinata y observando el
edificio consistorial que teníamos ante nuestros ojos fuimos repasando el
conjunto de villas, tierras, heredades, predios,
iglesias, monasterios, cellas, eremitorios, casatos y siervos del
dominio de este Condado que: "Don Sancho y Doña Urraca fundaron y le dotaron con mucha magnificencia".
Eso es, magnificencia, esa es la justa y bella palabra
resumen y animadora la que, superando el
cansancio hizo animarnos a contemplar esa magnífica descripción
histórica y artística. Para empezar, nos centramos en el conjunto de la
iglesia: edificio con varias fases en su construcción, básicamente de un
edificio tardogótico, con diversos elementos de otros edificios románicos. Allí
los viajeros reconocimos columnas románicas con capiteles decorados con bestias
fantásticas y puntas de diamante semejantes a las del cercano monasterio
cisterciense de Las Huelgas de Burgos; la
cabecera tardogótica de arquitectura espectacular gracias a su inmensa bóveda
estrellada con ocho puntas; el retablo barroco, la magnífica sillería gótica
del coro (siglo XV) y las tumbas de los condes Sancho García y su esposa Urraca,
García Sánchez y los reyes Sancho el Mayor de Navarra y su esposa Doña Mayor y
Sancho II de Castilla; un extraordinario Cristo románico de Santa Tigridia y un
conjunto de pinturas de estilo gótico lineal del siglo XIII mostrando la vida
de Santa María Egipciaca.
Nos detuvimos, al impresionarnos, delante de la
fachada occidental en la que se conservan dos ventanales románicos
correspondientes a la primitiva construcción, situados simétricamente para iluminar
la primitiva iglesia románica y delante de esa puerta central que, aunque
reformada, conserva el guardapolvos ajedrezado original.
Y allí nos dimos de bruces con esa interesante Sala
Capitular y en ella los ventanales, hoy cegados, de la construcción románica que
comunicaban la sala con el claustro; bellos arcos de medio punto decorados con
puntas de diamante en sus aristas, capiteles de decoración zoomorfa y arcos
policromados de una extraordinaria arquería románica que probablemente ocupó
parte del refectorio.
Y allí en este conjunto arquitectónico
se colaron, como temporalmente invitados, los varios capítulos de la
exposición: Cristo como origen,
fortaleza y término de toda vocación religiosa; personajes bíblicos y santos
que marcharon al desierto y algunos personajes históricos de Castilla y León y
de Burgos; el siempre recordado “Ora”, clásico de la vida religiosa; la
Liturgia de las Horas, la celebración eucarística y la lectio divina; el dedicado
al panteón condal y real, relacionándolo con la monarquía y el monacato en
Castilla y León; el capítulo que aborda ese “Labora” mezclado con apartados dedicados
a la regla, el abad, el scriptorium, los horarios, la hospitalidad, la comida,
el territorio… y todas aquellas cosas que conformaron la vida comunitaria
cotidiana de los monjes y, por último, el que trata la figura de los santos
fundadores de las órdenes monásticas presentes en Castilla y León,-benedictinos,
cistercienses, premostratenses, cartujos y jerónimos-.
Allí, también nosotros, como si fuésemos premostratenses, los dejamos
con sus cosas pasando, meditabundos, a pasear por ese Claustro gótico, obra que Juan de Colonia ideó en las cercanías del año
1500, de planta trapezoidal constituido en
cuatro galerías abovedadas con crucería compleja; crujías delimitadas
exteriormente por un extraordinario conjunto de ventanales con arquerías agudas
de elegantes tracerías del gótico final; decoraciones escultóricas que salpican
de manera continua sus galerías, tumbas resguardas en arcosolios y también algunos
restos románicos esparcidos por el mismo, como esa arquería sostenida por dos
grupos de tres columnas paralelas.
Y allí dejamos la historia, el arte, el tiempo y lo
que Las Edades esconden. Nuestra meta final será Tobera. Discurriremos por los MontesObarenes, seguro que, en este final de etapa, se nos ofrecerán paisajes y esa fauna
variada que
seguro encontraremos, siempre que avancemos en silencio y con los ojos bien
abiertos: serán aves rapaces,- buitres leonados, águilas calzadas, alimoches e
incluso águilas reales-, que escoltarán como amigos de los viajeros junto a los
abundantes corzos, jabalíes, gatos monteses, zorros, martas y tejón, para todos ellos jugar al
escondite entre las hayas, los tajos, acebos y fundamentalmente el boj.
Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©
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