lunes, 15 de abril de 2013 in

Agua de Primavera



Agua de Primavera


Acabo de verla: impetuosa, desbordante, impaciente, presurosa.
Agua hermosa. Agua limpia, y clara, útil y casta.

Hermana agua.
Agua descalza y franciscana, natural y purísima.
Hermana agua.

Agua llovida sobre los hayedos y pastizales, sobre las torcas y simas de la sierra. Se filtra luego por los intersticios de los estratos calizos hasta el inmenso impluvium subterráneo, y escapa al fin por esta resbaladiza quebrada de la vertiente sur de la sierra, del Puerto de Piqueras, entre líquenes, musgos, hayas, arces, tilos, robles, yedras, fresnos, mimbreras…, que no la dejan sola hasta que se deja seducir, ya muy cerrera y corrida, por el río Iregua, a los pies del Ebro, cerca de la Vareia romana.

Hermana agua, que has dado y das de beber y de soñar a hombres, animales y plantas. Y vuelves otra vez, por evapotranspiración, a la hermandad natural de la nube, de la nieve y de la lluvia.

Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera wmano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. (Miguel de Cervantes. Don Quijote de la Mancha, Cap. XI)

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

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