lunes, 1 de abril de 2013 in

Abril es la cigüeña blanca crotoreando y el autillo silbando.



Abril es la cigüeña blanca crotoreando y el autillo silbando.


El Ruiseñor

No sé si se han ido o ya están aquí porque no marcharon. Ahora, paseando por la orilla de los dos mares en este acogedor, luminoso y perfumado sureste, logro escuchar al anochecer, también a la frescura del amanecer cómo se adorna la mañana con los cantos de los primeros ruiseñores, diría que recién llegados para pasar la buena estación. Desde hoy primero de abril y hasta mediado el verano, en los días y las noches de bosques, setos, riberas, dehesas y jardines resonarán las llamadas de estas aves, tan llamativas vocalmente como discretas por su plumaje y conducta esquiva. Y aunque su voz no es, ni mucho menos, la más elaborada, la más melodiosa o musical, sí es, sin duda, la que goza de mayor prestigio cantado por los poetas.
Juan Ramón Jiménez:
“Ruiseñor de la noche, ¿qué lucero hecho trino,
qué rosa hecha armonía en tu garganta canta?
Pájaro de la luna, ¿de qué prado divino es la fuente
de oro que surge de tu garganta?”

Ramón Pérez de Ayala: llega a describir la voz del ruiseñor, como la del agua, de cristal:

“Y ahora...
Y ahora nos detenemos embelesados, suspensos.
¿Qué cristal es ese, diamantino y vibrante, entre el cristal azul y quieto del cielo?
Es el canto del ruiseñor. Luego, junto a la armonía de estos dos líricos cristales, por fuerza ha de haber otro cristal sonoro, la voz del agua.”

A Josep Pla, incomprensiblemente, le parece un animal discreto; seguramente por su vida escondediza, siempre oculto en las marañas:
"Es un animalito que se complace ocultándose a las miradas de la gente, obsesionado en sus asuntos sentimentales, extraño a todo exhibicionismo. En este sentido, su manera de ser difiere totalmente de los artistas del canto y del teatro, que suelen ser personas de mucha pompa, gran superficie y considerable burbuja. El ruiseñor pasa inadvertido, es discreto".
El Mar

No hay que olvidar el mar, cuando hablemos de la primavera, como si los rayos del sol no incidieran también sobre el agua favoreciendo el incremento de la temperatura, sobre todos sus ciclos vitales, como si el agua hubiera florecido. 
El sonido del mar despierta los sentimientos y juega con los sueños en la cálida arena. 

Las olas se pelean al llegar a la orilla y los niños ríen impregnados de alegría. 


El agua sigue a las parejas que caminan en la costa y envuelve sus pies con burbujas de espuma. Los baldecitos coloridos brillan al lado de los castillos y el sol enrojece las mejillas. El sonido del mar inventa canciones fantásticas y reparte puñados de magia en la playa dorada.


El mar es imaginación e inspiración, poder y paz, libertad, serenidad, relajación, diversión, belleza, verano, vida…es la orilla donde siento el olor salado del viento que sopla. Donde sentado en la orilla de su playa, escucho los gritos de las gaviotas y los sonidos de las olas rompiendo en las rocas. 



Y el Cuco

Oigo, también estos días al cuco, a primera hora de la mañana, y se me ocurre pensar que no canta un pájaro, sino un alma en pena. Es el macho el que canta. La hembra, sólo burbujea. Su  canto suena a madera, como la nota de una flauta deslizándose al caer del agua dentro de las cascadas.

Tengo la sensación de que los relojeros no lograron ser puntuales en la imitación del canto del cuco, pues no se trata de dos notas secas, sino hondas y volanderas, igual que cuando el más célebre pianista toca una pieza de Mozart y la última nota vuela por la sala creando un estanque de silencio. Cuando canta el cuco no se oye nada más. Sólo el fondo de agua que hacen las ramas al moverse con la brisa y las ondas del estanque creando esas dos notas. 


Son los sonidos del ruiseñor, del mar y del cuco. Feliz primavera.


Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

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