Junio
Junio
Todas las mañanas levanto la vista y navego
en la luz de junio
allá arriba, en el mar de los pájaros.
Estos días primeros de junio observo, en mi matinal paseo, semillas de árboles por los rincones, en los últimos charcos de las finales lluvias, bajo las suelas y también granos, cáscaras, vilanos, pelusas pegajosas y leves, sámaras volanderas, flores silvestres -nacidas de “malas hierbas” - bordan sus ingenuos tapices en eriales, descampados y solares urbanos … Y, sin embargo, de entre toda esa barredura se acabará alzando el tamaño de un árbol.
Cada día, bajo la luz rojiza, veo que la mañana madura como un fruto. Y, como un fruto, no sé en qué momento llega a su color perfecto. Un poco más oscuro, un poco más rojo. Así hasta que el día crece, decrece y así hasta la noche.
Y contemplo como el campo ha dado un estirón, estirón como cohete que sale disparado y en la altura de su madurez explosiona cuajado de frutos. El campo está dando el último estirón en el sexto mes, y está que se sale de su propio territorio. Y si en vez de campo decimos tierra entonces hay que hablar de menarquia de la tierra, una menarquia que dentro de poco parecerá que la tierra está casi cumplida en una preñez inexplicable. Todo es estirón, pubertad, veras del parto grande.
Ya no es estirón, ya no es menarquia; es la madurez divina del campo. Ya empiezan a engordar las naranjas, y las granadas, y a engordar y a enrojecer los tomates. Y en los matos, ay, en los matos, cómo pacen, en un silencioso e invisible careo, sandías y melones… Y la flor ha ido desprendiéndose de los tallos para darle sitio al fruto, no hay más que verlo en las pimenteras, en las berenjenas, allí donde el calor no permite que la cosecha se retrase, se quede atrás en el ritmo biológico del campo que está ahora lleno de sol y de verano adelantado. Y en los cercados la vida más sabrosa se redondea, bella por fuera y azucarada por dentro. Estirón y menarquia. Y madurez repentina, madurez de sopetón.
Y el cerezo, ¡ay ese cerezo que lleva ahí veinte años, más o menos! Este año ha dado seis cerezas. Perfectas, dulces, rojas y redondas, como el corazón frutal de un ángel pequeño. Vale.
Texto y fotografías La Medusa. Copyright ©.
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