miércoles, 1 de marzo de 2023 in

Memoria de la nieve y II

 

 

Memoria de la nieve y II

“Para el que sabe ver
siempre habrá al final del laberinto
de la vida
una puerta de oro.” (Antonio Colinas)

“La nieve ha llegado a La Rioja por segunda vez en lo que va de año, pero esta vez a muchos les ha pillado desprevenidos. La alerta naranja por bajas temperaturas con la que estos días amanece ha sido premonitoria de esa capa blanca que llegaba desde Cervera hasta Ezcaray y que ha obligado a usar cadenas para circular en todos los puertos de montaña”.

 Leyendo esta noticia, y estando a setecientos veintisiete kilómetros de distancia, recuerdo aquella vez que pisé por primera vez la nieve: el camino, cuesta abajo, de ida hasta mi escuela, abrigado de ese sueño blanco mezclado con el humo que, casi todas al mismo tiempo, desprendían las chimeneas. Cómo, suavemente, se hundían mis pies, embutidos en esas mis “Chirucas”, mientras crujía el aire y el hielo se compactaba. Mis ojos, incólumes, parecían gastados por el frío, brillaban más que nunca. Aquella sensación no ha vuelto nunca, ni en las mayores nevadas caídas en mi juventud o en mi edad madura: un paso, hacia la escuela, otro paso ¡cuidado!, uno más asentando el cuerpecito en lo profundo de esa senda abierta por los mayores en la cuesta empedrada. Recuerdo que esos nevazos eran la oración del invierno derramada sobre tejados, sembrados, árboles y calles y también silencio y algarabía por entre los resquicios de nuestra fiesta infantil en el patio de la escuela o, por la tarde, en los juegos de niño entre las corralizas de La Dula.

Con el corazón abierto, jugué, jugábamos, ociosamente con las manos al misterio de ese agua purísima, paciente y queda. Dolían nuestros dedos mientras los extendíamos para formar, apretando, esas bolas de nieve de nuestros juegos.

Este níveo recuerdo, lo traigo aquí y comienza en una senda, en llano, entre molinos de elevación de agua salitrosa, cuando los almendros ya están plenamente florecidos y el azahar a punto de emerger entre los bancales para confundirse con la sal y la escarcha anuncio de primavera. Y poco a poco, a lo largo de toda una vida de recuerdos, composición y pensamientos poéticos, asciendo desde la distancia hacia las altas montañas donde reina la nieve y todavía es crudo invierno.

Caen algunos copos sobre el mapa inmenso de allá y acullá, basta contemplarlos para saberse niño, recordando lugares en un cristal de nieve. Vale.

 “Otra noche,
la nieve de tu piel y de tu vida
reposan milagrosamente al lado
de un resplandor de llamas,
del amor que se enciende en más amor.
El que te salvará.
El que nos salvará.” (Antonio Colinas)

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©.

 

 

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