sábado, 1 de junio de 2024 in

Corpus Cristi

 




Cantemos al amor de los amores,
cantemos al Señor,
Dios está aquí, venid adoradores adoremos
a Cristo Redentor.”
(Juan Morales Montero)

Es de adulto cuando comprendes que haber sido niño es un privilegio negado a aquellos menores que nunca tendrán esa regalía.

Algunos me tacharán de ingenuo, y es verdad que lo soy, otros más condescendientes me llamarán idealista, y es verdad que lo soy, y a la mayoría les dará igual, entre otras razones porque ni siquiera leerán este post que hoy trata de recordar cosa tan seria como recordar costumbres de mi infancia. No la añoro, porque la añoranza es sinónimo de tristeza por lo que fue y ya no es, pero sí la suelo tener presente cuando trato de evocar la niñez.

Es tradición popular, así lo recitaba mi madre y de ella lo aprendí que: “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el Día de la Ascensión”.

Recuerdo que el Corpus Cristi era el día, mejor la mañana, donde en mi pueblo se inhalaba y resoplaba ambiente de fiesta. El pueblo se echaba a la calle para disfrutar, gozar, saborear y admirar los efímeros altares, tabernáculos, retablos, peanas, alfombras con serrín coloreado que eran instalados en los cantones y plaza por donde iba a transcurrir el recorrido de la procesión y donde se iban a bendecir, también confortar, con el aire de esos pendones para preservarlos de no sé qué males a los infantes nacidos durante el año anterior. Era un día apropiado para escuchar el “cantemos al amor de los amores…” tocado por la banda de música que siempre hubo en nuestro pueblo. Y es ahora, de mayor, cuando me doy cuenta de que haber sido niño y haber disfrutado de esas costumbres fue un privilegio. Vale.

 

Corpus Cristi

 

Cruzo el campo

por una razón romera,

y paseo indiferente

por la riqueza floral

de ese Corpus fraternal.

 

El campo se me presenta

con prudencia y humildad

que no tienen igualdad,

allí por donde anda

la huella del Dios descalzo.

 

Calles ornadas de lino,

alfombras de mil colores

de yedra y romero olores

de rosas, calas y lirios

traídos con los albores

sobre la luz de los cirios.

 

Lo recuerdo con nostalgia,

con gran firmeza festiva

de mañana perfectiva.

 

Toda la fragancia del campo

viene a las calles del pueblo;

 por orilla del barranco

oliendo todo a rosal

a yedra, juncia y romero,

a la viña y al trigal,

a flor de espiga y racimo.

con la esencia del espliego.

 

¡Oh Corpus!

En esa custodia blanca

portas elegancia de hierbabuena,

oloroso verde del romero,

profundidad de la espiga,

pan al fin,

y sangre de Jesús en el vino,

todavía en flor de uva

de los campos, todo campos,

que nos alejan de penas.

 ¡Oh Corpus!

 N.º 27.  Cuando en Garnacha y por los ventanales del porche asoma el jardín donde junio entra en sazón con prunos, membrilleros, adelfas, gallardas palmeras y glicinas.

 

Texto y fotografías La Medusa. Copyright ©.

 

Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores