miércoles, 8 de febrero de 2023 in

La calle más fría junto al mar

 

La calle más fría junto al mar

“Al anochecer
cuando deja de nevar
nuestras casas se levantan
muy por encima de la tierra
en el silencioso espacio
al que ni el ladrido de un perro
ni el grito de un pájaro, llegan.”
(Charles Simic; Mil años de soledad) 

 

Estos días se habla mucho del frío que se pasa aquí, a la ribera del Mar Menor, pero hay un frío que es más frío que éste que padecemos hoy.

El icono del cuentakilómetros encendido. El pitido mañanero al arrancar. Dos grados. La escarcha en la luna. Los abrigos andando por la calle con espectros dentro. La capa de cencellada sobre la yerba del parque. Telarañas de nieve en los naranjos. El vaho de quienes se atreven a asomar la boca por encima de la tapia de la bufanda. El saludo con un leve giro de cuello, jamás con la mano fuera del bolsillo. La calefacción sin el rodaje todavía hecho después de 20 años...

Dice la propaganda turística de la Región de Murcia que “Murcia es la región donde habita el sol”, esto es cierto, no hace frío, pero se pasa mucho frío. Y esta Región no está preparada para la gelidez. Y donde yo habito es una ciudad de sangre caliente. Reptiliana. Y en estos días de helada punzante hiberna en la cueva de la esperanza. Se pasa frío aquí, sí, de ahí la leyenda de que en las casas palacio hay que ponerse el abrigo al entrar, no al salir. Los muros anchos para el verano, los patios frondosos, las fuentes y los techos altos de Ocnos se olvidaron de los azotes del invierno porque necesitan defenderse de las llamas del estío. Y cada vez que en el solsticio de las sombras cae el termómetro hasta la Virgen de la Fuensanta tirita en su camarín del monte. Me cuenta un pescador que ayer vio a las palmeras tapándose con el lábaro. Lo del grajo que vuela bajo está muy usado. Este frío se explica mejor con el descenso de ventas de Estrella de Levante. Son días de oloroso. De puchero evaporándose por las ventanas. De piraguas más lentas sobre la bahía marmenorense más espesa. Días de tendido barato. De calle Sol, pero no esquina con Villananitos, que en Villananitos da la vuelta el viento.

Pocas veces en Lo Pagan la conversación de las tabernas es tan banal como estos días. Ya sabemos que cuando se habla del tiempo es porque no hay nada de qué hablar. Pues estamos hablando del tiempo: “Que, por lo visto en un pueblo de la sierra de Ezcaray, allá en tu Rioja, ha hecho, noches pasadas, siete grados bajo cero”. “Que ayer no me arrancaba el coche porque se le había congelado el líquido”. “Que con esta bronquitis que tengo desde navidades no puedo salir a la calle temprano porque como coja otro frío me tienen que poner el pijama de madera”. Son conversaciones escuchadas estos días. Siempre con las dos manos agarrando fuerte el café. El camarero frotándose las palmas delante del tostador y las estufas de los veladores simulando infiernos de plazoleta.

Habría que hacer un año, éste es el mejor, una encuesta sobre cuál es la calle más fría del entorno a San Javier. Unos apostarán por la playa de Barnuevo, donde la espaciosidad abre el paso a los vientos, tanto de Levante como al Lebeche. Otros por el paseo Colón porque en lo alto de las palmeras se quedan tiesos los gorriones. Pero yo tengo otra propuesta que sirve también para el verano. El paseo más frío para mí es el de entre molinos, rodeando la bahía, lagunas de lodos y caminos salitrosos. Ahí se hiela el corazón y se achicharra la memoria dependiendo de la estación. Vale.


Texto La Medusa Paca. Copyright ©; Fotografías Molata de Charán Moratalla. Guillermo Carrión.

 

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