lunes, 5 de mayo de 2014 in

Aquellos mayos de mayas







 Aquellos mayos de mayas

Las encontré días atrás, fue cuando La Medusa ordenaba aquellas cosas que, a lo largo de su vida, fue guardando en sus carpetas. Me encontré, al pasarlas a ese disco duro y eterno de “la nube”, con recuerdos, anécdotas, escritos de otros, recortes de revista y de periódicos, recopilaciones de relatos, fotografías y…tantos y tantos recuerdos que, ahí quedan, contados in voce por sus autores, siempre labriegos, siempre mayores, siempre experimentados, siempre oportunos.

Y lo primero con lo que me topé fue con ese anónimo Romance del Prisionero, romance viejo, bello, sencillo, perteneciente a esa literatura primitiva que surgío cuando todavía no existían la letra de imprenta, ni las editoriales, ni las agencias literarias, ni la industria cultural. Era el mundo donde fueron posibles Homero y Safo de Lesbos, el Cantar de Rolando, el Arcipreste de Hita y el Romancero. Recuerdo que lo aprendí a coro, con recitar grupal en los lejanos años de mi bachillerato, y veo que todavía sigue ahí, nunca se borró. Y al margen, con una caligrafía destartalada, estas anotaciones: Mayo, sin duda alguna, mi mes favorito. Las flores, la luz, los días alargados, el sol conquistando el cielo, noches frescas en las que basta una manta y el verano a la vuelta de la esquina…
“Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón”.

Y lo segundo, una serie magnífica de mayas en prosa, en la que se relataban esos mayos, celebrados con lógicas variantes en toda España, y que todavía son, en pocos lugares, adornos florales, pinos pinados o pingados, simples composiciones florales, en torno a los cuales se organiza, primero pagano y luego híbrido, el festejo de exaltación de la llegada de la primavera. Las mayas eran y son tanto las muchachas ataviadas, recibiendo el homenaje de los mozos, que recorrían las casas recogiendo las ofrendas del vecindario para organizar el festejo, como composición lírica, generalmente musicada, para celebrar el comienzo de la primavera. Si antes he citado el Romance del Prisionero como una más de estas mayas. Aquí les dejo lo que he encontrado como otras dos muestras de mayas.
Una del Cancionero del s. XVI:

“Entra mayo y sale abril,
tan garridico le vi venir.
Entra mayo con sus flores,
sale abril con sus amores,
y los dulces amadores
comienzan a bien servir”.

Y estas otras cinco estrofas de cuaderna vía, lógicamente escritas en versos alejandrinos, no podría ser de otra forma, si tenemos en cuenta que a los tetradecasílabos se les llama alejandrinos por la única razón de que aparecen por vez primera en este anónimo y polifacético poema de Alexandre:


“El mes era de mayo, el tienpo glorïoso,
cuando fazen las aves un solaz deleitoso;
son cubiertos los prados de vestido fermoso:
da sospiros la dueña la que non ha esposo.

Tienpo dulçe e sabroso pora bastir casamientos,
porque lo tenpran las flores e los sabrosos vientos:
cantan las donçelletas suyos mayos a conventos,
fazen unas a otras buenos pronunçiamientos.

Caen en el sereno las buenas ruçiadas,
entran en flor las mieses, ca son ya espigadas,
fazen las dueñas triscas, en camisas delgadas:
estonçes casan algunos que después se mesan las barvas.

Andan moças e viejas bueltas en amores,
van a coger por la siesta a los prados las flores,
dizen unas a otras buenos pronunçiadores
e aquellos más tiernos tiénense por mejores.

Lo días son bien grandes, los canpos reverdidos,
son los paxarillos de mal pello sallidos,
los távanos que muerden non son aún venidos,
luchan los moçuelos en bragas, sin vestidos”.
 


Y cómo decía no hace muchos días mi agricultor en el saludo matinal de cada día: Esta mañana no he podido contenerme y he robado una rosa roja, fragante, en el espacio verde de mi jardín. La tengo aquí delante, mientras escribo, en un pequeño búcaro. Es de la clase de rosas que huelen como las de antes y que ya escasean. Confieso humildemente que en primavera soy, sin poder disimularlo, un ladrón de rosas. Mayo para La Medusa, en el corazón de la primavera,  es flauta y tambor, invita a la fiesta y al amor. Vale.

“Venid y vamos todos
con flores a prorfía,
con flores a María
que madre nuestra es”.

Texto y fotos  La Medusa Paca y colección “Brillos en los ríos de La Rioja”. Copyright ©

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