Añoranza
Añoranza
Esta tarde que estoy melancólico, pensativo,
añorante y, ahora, que el recuerdo me ronda por las orillas de este Mar Menor
de primavera, luminoso y salino, azul por los cuatro costados y vivo en el
color de esa retama, de ramas delgadas, largas, flexibles, de color verde
ceniciento y algo angulosas, escasa de hojas, pequeñas, lanceoladas, con flores
amarillas en racimos laterales y fruto de vaina globosa con una sola semilla
negruzca, común en estas y otras tierras y hasta muy apreciada para combustible
de los hornos de pan, recuerdo a esa mi Rioja.
Y aquí a la orilla de este mar minúsculo, pero
grandioso, con cálidas arenas donde dorarse al sol o descansar bajo la sombra
de las palmeras se me presenta La Rioja como un conjunto de pequeños y no tan
pequeños pueblos cobijados bajo siete valles: Alhama, Cidacos, Leza, Iregua,
Najerilla, Oja y Tirón, mojados alrededor del Padre Ebro, río majestuoso, de
voz potente y trazo peligroso, que cuando crece puede llegar a mostrarse como
el más devastador de los dragones. Como vegas fértiles en donde crecen
deliciosas hortalizas, y sobre todo esas retorcidas viñas que una vez al año
nos regalan esa materia orgánica sobre la que se cimenta no solo nuestro placer
cotidiano, sino nuestra cultura milenaria: “EL VINO”.
La Rioja es Siete Valles, vegas fértiles y Vino.
¡Muchísimo vino!, ¡Chuletillas al sarmiento, muchísimas chuletillas! y amigos
de verdad, un “puñaíco” de amigos de verdad. He de decir que allí, entre valle
y valle, los amigos no son tan abundantes como el vino, lo que no es de
extrañar teniendo en cuenta los enormes cuidados de que precisa la amistad. Hoy
en día hay quien afirma, fue mi agricultor y no le falta razón, que el que hace
mal vino es porque quiere. Yo completaría la reflexión afirmando que el que
tiene un buen amigo es porque puede.
Mi Rioja es ¡siete valles, vegas fértiles, buen vino,
y no más de cuatro amigos y, si me dejan, elegidos!
Texto y fotos La Medusa
Paca. Copyright ©
Leave a Reply