lunes, 13 de enero de 2014 in

Deseos de Enero





Deseos de Enero





Escribo esto cuando la niebla y la noche no permiten que vea la valla-cerca de enfrente, mitad piedra, mitad hierro forjado con sus columnas rectangulares. Son las siete de la tarde y ella, también el arco que la jalona, se me muestran a oscuras. ¡Tranquilo, todo cambiará y volverán las horas que ante ella se detenga un sol imprevisto y dulce!

Al principio de febrero, llore o ría la Candelaria, se despertará la savia de esos altísimos y asilvestrados platanáceas, árboles caducifolios grandes, de corteza moteada, que ahora se ofrecen dejando al descubierto ese verde grisáceo en superficie suave para más tarde apuntar las gemas en sus ramas desnudas. 

Y en marzo las ilusiones que uno amamantó en el solsticio de invierno ya habrán sido vencidas; en cambio, las flores que perdieron los almendros serán recuperadas por los cerezos, alberges y ciruelos. Y el sol, cumpliendo con su oficio, cantará las tormentas del corazón y de la tierra. Mientras las gélidas gotas del último deshielo caerán de la enramada sobre el humeante estiércol del ganado.

Y en mayo, como fruto de las últimas nieves relucientes de abril, nacerán rosas y las nubes pasarán por los catavientos de las espadañas cargadas de bienes o llenas de maleficios contra el trigo, hortaliza, frutales y el viñedo que adorna las lomas. Y, ante la puerta del verano, con la bonanza renovada, dejaré de perturbarme. Y es que quiero luchar. 

Y en Junio, aquellas gemas que despertó la savia serán frutas-cerezas de muestrario en lonja y mesa, ciruelas de julio, melocotón de viña en agosto y moscatel  y almíbar de higo en septiembre. 

Y mientras el sol decline su luz para pudrir las hojas amarillas de otoño, sin conseguir rendirme, obtendré mi propia cosecha, tal vez la brisa deliciosa de mi mar, el deleite de las caras risueñas de mis nietos, las volutas de ese humo nuevo o la ocurrencia graciosa de un secreto deleite concedido por mi Dios.

Cuando en noviembre se cierren los días y el recuerdo de los muertos se altere bajo la marga, surgirá del barro pegajoso el augurio de que todo va a resucitar de nuevo. 

Y diciembre hará descender el sol hacia el abismo, y de nuevo ese solsticio invernal volverá a crecer desde las tinieblas para recuperar la transitoriedad de cada hora. Seguir vivos es la victoria. Vale.

Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright ©

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