Deseos de Enero
Deseos de Enero
Escribo esto cuando la niebla y la noche no permiten
que vea la valla-cerca de enfrente, mitad piedra, mitad hierro forjado con sus
columnas rectangulares. Son las siete de la tarde y ella, también el arco que
la jalona, se me muestran a oscuras. ¡Tranquilo, todo cambiará y volverán las
horas que ante ella se detenga un sol imprevisto y dulce!
Al principio de febrero, llore o ría la Candelaria,
se despertará la savia de esos altísimos y asilvestrados platanáceas, árboles caducifolios
grandes, de corteza moteada, que ahora se ofrecen dejando al descubierto ese
verde grisáceo en superficie suave para más tarde apuntar las gemas en sus ramas
desnudas.
Y en marzo las ilusiones que uno amamantó en el
solsticio de invierno ya habrán sido vencidas; en cambio, las flores que
perdieron los almendros serán recuperadas por los cerezos, alberges y ciruelos.
Y el sol, cumpliendo con su oficio, cantará las tormentas del corazón y de la
tierra. Mientras las gélidas gotas del último deshielo caerán de la enramada sobre
el humeante estiércol del ganado.
Y en mayo, como fruto de las últimas nieves
relucientes de abril, nacerán rosas y las nubes pasarán por los catavientos de
las espadañas cargadas de bienes o llenas de maleficios contra el trigo, hortaliza,
frutales y el viñedo que adorna las lomas. Y, ante la puerta del verano, con la
bonanza renovada, dejaré de perturbarme. Y es que quiero luchar.
Y en Junio, aquellas gemas que despertó la savia
serán frutas-cerezas de muestrario en lonja y mesa, ciruelas de julio, melocotón
de viña en agosto y moscatel y almíbar
de higo en septiembre.
Y mientras el sol decline su luz para pudrir las
hojas amarillas de otoño, sin conseguir rendirme, obtendré mi propia cosecha,
tal vez la brisa deliciosa de mi mar, el deleite de las caras risueñas de mis
nietos, las volutas de ese humo nuevo o la ocurrencia graciosa de un secreto deleite
concedido por mi Dios.
Cuando en noviembre se cierren los días y el
recuerdo de los muertos se altere bajo la marga, surgirá del barro pegajoso el augurio
de que todo va a resucitar de nuevo.
Y diciembre hará descender el sol hacia el abismo, y
de nuevo ese solsticio invernal volverá a crecer desde las tinieblas para recuperar
la transitoriedad de cada hora. Seguir vivos es la victoria. Vale.
Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright ©
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