jueves, 29 de abril de 2021 in

Los libros

 



Hoy voy a hablar quedo, como si fuese un ruido suave, como remiso, como susurrándote. Apenas un sonido rotundo amortiguado por los labios, que no hay palabras ni atrevimiento para hacer un breve verso, que sonará siempre vano o fatuo, o loco de amor ante el vacío que hay entre el todo y la nada, o tal vez sin sentido, sólo por buscar una mirada en el refugio de su mano. Susurrando. Son bisbiseos en un día del Libro ya pasado. Son un hilo de aliento y palabra en voz baja para que se alivien los brillos de oro, la riqueza desbordada, el atosigante esplendor, y se oscurezca tanta claridad y se torne íntimo el espacio y desaparezca la sombra de la cruz que acecha como un destino imborrable, inevitable. Son mañanas dulces de dormir, pero el frío de sus atardeceres y el relente de la noche, y luego la nueva madrugada, nos traen aún memorias y susurros antiguos. Son tiempos de lilas, de rojas peonías, de curiosas orquídeas, sensibles, con formas bonitas, colores vistosos y muchas singularidades y de jacarandas florecidas que fueron siempre símbolos del inicio de la estación de los amores y que, tristemente, en estos últimos días del mes de abril pueden ser abrasadas por el helado viento nocturno de una hoguera en el crepúsculo, en el campo, o una débil lámpara tras las ventanas de las casas, que me recuerda el tenue resplandor de las candelas y los faroles antiguos, levantando una tempestad en la que muchas viejas generaciones se debatieron entre luces y sombras, sonidos y silencios. Los lectores lo sentimos hasta romper las tinieblas engañosas rozando tiernos claveles blancos, para apagar las luces y encender la más luminosa esperanza, que serán pan y vino, hostia y sangre, sudor y lágrimas. Susurrándonos. Vale.

Los libros

Abrí el libro

y entré en él

como si penetrara

en la espesura de árboles que hablan,

de criaturas encantadas.

 

Abrí el libro

y entré en él

como ese peregrino

que encuentra albergue,

cerca del fuego,

en noche de nevisca,

como cobijo al borde de la trocha.

 

Abrí el libro y entré en él

como aquel que se adentra

en abrazos amigos,

en historias de amor,

en el peligro hermoso de la noche.

 

Abrí el libro, entré en él:

mi edad dejó de ser herida.

PRJP. N.º 52. En el día del libro, abril 2021.


Texto y fotografía La Medusa Paca. Copyright ©

 

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