sábado, 3 de abril de 2021 in

La cita

 


JAVIER BLASCO / EFE

La cita

Flores, árboles y trinos.

Me emociono,

canto y lloro.

Flores diminutas,

rientes, esparcidas,

calladas,

libres, aladas

que convergen

en las frutas ... (PRJP)

Hoy acudo puntual a la cita y, como siempre que es cita de amor, brinco y rebrinco de gozo. Leo que la Carrasca de Lecina (Huesca) ha sido elegida Árbol Europeo de 2021. Después de esto ya no somos un país aquejado de dendrofobia (odio o temor al árbol).

Sin desmerecer a la carrasca aragonesa, en España hay ejemplares de obligada admiración. Pero más allá de estos titanes, los días de floración en los que ya estamos inmersos son una oportunidad para reencontrarnos con el riquísimo patrimonio botánico de la urbe.

Es cierto que los árboles están en sus alcorques todo el año, pero sólo en estas semanas del eterno retorno se nos muestran con todo el relumbrón del que son capaces.

Fotografía de Carlos Osés que anuncia como carrasco en el atardecer en el carrascal de Villarroya, esperando a que caiga la noche.

En mis paseos he visto arder en nieve a los ciruelos de Pissard -sus flores japonesas breves como haikus- y a los árboles de judas balizando de rosa estos días los caminos hacia las parroquias, con sus devociones hortelanas. Más sobrio y clásico, como manda Horacio, el laurel del jardín también se me ha mostrado con sus casi inadvertidos brotes amarillentos. Aún no he paseado por el Monte Villarroya, lo haré, para ver su Carrascal, todavía sin brotar, pero a estas horas sus hermanas de otras dehesas ya están teñidas de mostaza resurrección. Sin “salcillos” en la calle y con salidas ocasionales a los mares del Reino de Murcia me tendré que contentar con el preceptivo festival de colores y estornudos, con esa proliferación de estambres y pistilos que maravilla o atormenta, según los casos. Ocasiones no faltarán. En los días cercanos me embriagaré de azahares, me asombraré ante las carnes blancas de las magnolias, los zarcillos de las glicinias nazarenas y el apunte tropical de las suculentas paleras chumberas… Son dulces y melosos con pepitas, /si sabes prepararlos son muy finos /un postre de higos chumbos es …divino”.

¡Por Dios!, se me olvidaban, en esta primavera intempestiva, alzándose a la vera del camino con sus ramas floridas en abismos de arpegios - ¡y tan cercanos-lejanos! - esas ramas de almendros al cielo abiertas, vuelo lírico, corazón al viento!, que yo recuerdo. ¿Cómo podré pagarte, almendro en flor, almendros de mi pueblo? Me duelen corazón adentro...Pero sigo en Murcia, y aunque algunos se empeñen, es mucho más que naranjos y azahar. Aquí hay flores diminutas, rientes, esparcidas, calladas, libres, aladas...Vale.

Texto y última fotografía La Medusa Paca. Copyright ©

 

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