Humilladero y Amén
Otro 22 de abril perimetrado, otra primavera perimetrada de momento y, aun estando en pandémicos tiempos, sé para dónde tirar para que no se nos agüen las celebraciones, devociones o pasiones. O todo junto. Otro año en el que debe quedar guardada la subida hacia la iglesia para su novena por la que siempre anduvo nuestra Señora del Humilladero; otro año sin subida ni bajada procesional; otro año en el que los pies no pueden calzar la promesa de ir descalzos; otro año que todo quedará de puertas adentro, más paisaje interior que nunca. En vez de filas de procesionistas y rosario en mano sí habrá visitas interminables a la ermita para ver y rezar ante una Virgen y su Hijo… ¡Qué diferencia y qué tristeza! Las calles de Grávalos, mi pueblo, echarán de menos este abril la huella del pasado, que el pesado trono del Humilladero sea portado sobre los hombros de lugareños devotos. No entristecerse, porque ahí seguirá hasta el cierzo que henchirá los arrullos, como voces únicas de momentos señeros, junto al silencio en flor de un calvario. Y colgada del cuello, del día que huele a incienso, la medalla cofrade, aunque sabe que este año tampoco saldrán a procesionar por las calles. El 22 de abril en la calle es ya un fue, un no es, un será. ¡Ay, ay, ay…!
“Parecía que nunca volvería.
Parecía que ya no se acordaba.
Parecía que el tiempo la alejaba
y que en el tiempo mismo se perdía.” (Antonio García Barbeito)
Humilladero y Amén
Hoy es veintidós de abril,
hoy te rezaré de nuevo,
pueblo en el que nací
como quien se abraza al sueño.
Eres una lágrima con pena
y sin horario,
una Luz vigorosa, solitaria,
una voz, un jardín
y un escenario,
una Madre de Dios,
¡Humilladero!
hasta el fin, amor diario.
Eres mi adentro y mi afuera,
eres mi cómo y mi quién,
tierra final y primera
que enterrará con desdén
el alma de mi quimera,
mi origen, mi último tren,
lo que perdí, quien me espera,
reloj parado en mi andén,
donde nací y donde muera,
mi principio y mi huesera,
mis alas y mi sostén,
mi destierro y mi bandera,
mi amada y mi carcelera,
mi Calvario y mi Belén,
y ante Dios, cuando Dios quiera,
mis dos palabras postreras
serán Humilladero y amén
Siempre alivias desengaños
como moza gravaleña,
que dicen que por abril
siempre llegas, siempre,
y sin cumplir años.
Dicen que no tiene nombre
el corazón. Es mentira
porque Humilladero se llama
el corazón gravaleño.
Igual que ayer permaneces.
Sales poco de tu casa,
más cuando sales traspasas
el puerto y lo floreces.
Tan adornada, pareces
una novia en el balcón.
Tu cara y tus manos son
del pueblo, sus aledaños,
encogiendo a tus paisanos
el alma y su corazón.
PRJP. N.º 24. Un 22 de abril de otro año, 2021, perimetrado.
Texto y fotografía La Medusa Paca. Copyright ©
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