jueves, 31 de diciembre de 2020 in

Adiós año de muerte llamando al timbre de al lado

 


Adiós año de muerte llamando al timbre de al lado

Lo dice el proverbio: “nunca falta un mal año”. Y es cierto porque el que termina ha sido desventurado, es decir, sin ventura y desgraciado en su envoltura de peste, uci y ruina.

La Medusa echa el telón del año en el que todos hemos quedado suspendidos de la nada. Porque 2020 ha sido el año de la muerte y de todas las rarezas, que dejaron a la humanidad huérfana de salud, libertad, sustento, ocio, rutina, viajes. Sin olfato, gusto, tacto y el oído de ese silencio que se extendía hasta el último rincón. El silencio que me permitió oír las campanas en medio del sosiego, el canto del herrerillo o los pasos de alguien en la calle. Y también el año en que los vivos nos fuimos quedando más solos, como desconectados por un virus de todas nuestras naves nodrizas.

Pero heme aquí con esperanza. Fue una mañana del helador diciembre, mes de la Navidad a distancia, del portal de Belén con las mesas distanciadas donde los hijos, los nietos y los yayos, ateridos por las ventanas abiertas del salón, nos enviábamos besos bien ventilados de una punta a otra de la mesa.

Y aquí estoy en este diciembre agonizante cuando se le acercó al escribidor un paje, haciendo de rey, para entregarle un bolígrafo nuevo, a estrenar y diciendo: “para que sigas escribiendo esas cosas tan bonitas que escribes en tu blog”. Fue una sorpresa, hay personas que leen y siguen a La Medusa Paca. Esto sucedió mientras repostaba en la gasolinera, propiedad del servidor gasolinero, antes de partir hacia el sol mediterráneo. Le di las gracias después de repostar y le expliqué que me venía bien porque mi bolígrafo azul ya estaba viejo, cuarteado y roto, pero que aún tenía vida para escribir mi día, mis vivencias, mis recuerdos, mi poesía. Las cosas que riman, las frases que no coordinan en sílabas, pero sí que acomodan. Que venía bien para rellenar las ultimas hojas de mi vieja libreta, que ya no da para más, ya no tiene hojas, ya no tiene espacio donde pueda escribir más. Al igual que mis viejas manos que este año que finaliza ya se cansaron de crear, de pensar, de admirar, de sentir, de recordar. Y que a pesar de estas fisuras y aunque sea con llagas en los dedos todavía tiene fuerza para construir estos versos que despiden al 2020 acordándose de las risas y de los memes del murciélago en la sopa. Vale.

PD. Emplazo al paje-gasolinero, dador de ese nuevo bolígrafo azul y fiel lector de este blog, que atiende al nombre de Carmelo Ruiz Montiel, a que siga leyendo y difundiendo La Medusa Paca.

Bolígrafo regalado

Humilde bolígrafo que el juglar

en un rincón de gasolinera encontrado,

lo tomó y parece que ha recobrado

palabras para una canción versear.

 

¿Qué describirás de la A a la Zeta,

qué héroes y gestas vas a declamar,

qué penas y dichas a enamorar,

con tu fino acero y tu alma violeta?

Oficiarás callado tu noble oficio

cantarás bellas rosas en el abismo,

al dios inefable, a su sacrificio…

 

Que nadie te rebaje a mecanismo,

pues de otra fuerza, como un maleficio,

lo es también, sin duda, el poeta mismo.

 PRJP. N.º 100. En Garnacha la tarde vieja de 2020.

 

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

 

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