domingo, 15 de mayo de 2016 in

Andando por Argamasilla de Alba




Andando por Argamasilla de Alba

“Aquel loco caballero que tenía por cordura su escudero”. (El Quijote)

Aquella mañana desayunamos pronto, tranquilos y suficiente, como corresponde al ofrecimiento que nos hacía el buffet libre del Parador de Almagro. Nos convenía tomar fuerzas para andar todo ese recorrido que íbamos a recorrer por la campiña manchega después de abandonar el que había sido nuestro lugar de descanso y avituallamiento durante los días pasados.

Salimos dirección Argamasilla de Alba pasando por Bolaños y dejando atrás con añoranza Almagro, su Plaza Mayor, el Corral de Comedias, el Almacén de los Fúcares: edificio utilizado de almacén y oficinas por la familia Fúcares, banqueros del emperador Carlos V y que hoy es sede de la Universidad Popular de Almagro y centro de reunión y acción de las encajeras y afanosas del encaje de bolillos que, a la hora de elaborar el encaje, son unas auténticas artesanas en el manejo del “mundillo”, los bolillos, los alfileres y de ese dibujo o “picao” diseñado esquemáticamente.  y, también, el Palacio de los Condes de Valparaíso, edificio barroco, compuesto por un cuerpo central y dos torres a los lados. 

Mirando de soslayo a Almagro nos despedimos para dirigirnos, vía Bolaños, hacia Argamasilla de Alba y, en esa nuestra primera parada, visitar el Museo Casa de Medrano, hoy convertido en oficina de turismo y en un pequeño corral de comedias, que según firme convencimiento de Hartzenbush, cueva-prisión cervantina donde el editor Manuel Rivadeneyra editó aquí en 1863 su Quijote, comentado y prologado por quien ratifica con firme convencimiento que ésta fue la prisión de Cervantes. No nos olvidamos, así nos lo dijeron, que fue aquí donde en 1905, tercer Centenario del Quijote, Azorín comenzó su andadura quijotesca.

No podemos visitar, y así dejamos constancia, por su estado ruinoso y ser de propiedad privada, la Casa del Bachiller Sansón Carrasco, donde vivió don Alonso López conocido como el Bachiller Sansón, Caballero de los Espejos, del Quijote. Es de propiedad privada y está en estado ruinoso.
Después de esta nuestra primera invitación nos acercarnos hasta la Iglesia de San Juan Bautista, de tradición gótica, cuya construcción data del 1452, siendo en ella donde se conserva la partida de bautismo del manco de Lepanto. De allí cruzamos la esquina, sorteamos el Canal del Gran Prior, saludamos a la Dama de la Sombrilla, nos topamos con la puerta de los “Académicos de la Argamasilla” y tal como hizo Azorín para reunirse con ellos “ponemos nuestras plantas en la botica; después pasamos a una pequeña estancia que detrás de ella se abre. Aquí, sentados, están don Carlos, don Francisco, don Juan Alfonso, hombres, buenos hidalgos conocidos por su discreción, amabilidad y sencillez. Los tarros blancos aparecen en las estanterías; entra un sol vivo y confortador por la ancha reja; un olor de éter, de alcohol, de cloroformo, flota en el ambiente”.


 Y después de contemplar la descripción que el de Monóvar hizo del casino y nos dejó en su “Ruta de don Quijote” salimos para conversar con los lugareños, pasear entre jardines y estatuas cervantinas y dar con algunas caras que eran, o así lo creímos, fiel reflejo del rostro de Sancho Panza, labriego vecino y fiel escudero de Quijano: estos como aquel eran gordos y bajos, redondos como una pelota. De nariz chata, ojos saltones, pelo moreno, corto y rizado. Vestían chaleco corto y negro, camisa blanca, faja, pantalón de pana, peales de lana y alpargatas. Tenían un aspecto no muy desaliñado, con barba de varios días. Parecían juiciosos, con sabiduría popular, sensatos, miedosos o tímidos, pacíficos, simpáticos, alegres y bonachones después de, probablemente, haber abandonado el analfabetismo. Y allí los vimos y allí nos dimos una buena ración de lenguaje quijotesco y allí junto a ellos, y apoyados sobre la baranda del canal del Gran Prior leímos y pensamos en esos detalles cervantinos y soñamos con Sancho sobre ellos. Pero los viajeros deben dejar constancia de que estos descendientes de hijosdalgo parecían no ser vagos, ni muy gorrones, dando la imagen de gustarles mucho comer y beber, aunque no, muy glotones ni borrachines y lo que si parecieron a los viajeros es seguir siendo muy buenos amigos de don Quijote. Y otra cosa el que más nos sorprendió fue el que había sustituido a Rucio por una bicicleta para ir sobre ella como “un patriarca, con sus alforjas y bota, con mucho deseo de verse ya gobernador de la ínsula”.

Aquí nos quedamos, la siguiente semana tomaremos y describiremos otras derrotas y caminos, será por el Castillo de Peñarroya, donde los argamasilleros se emplazaron para curarse de esas enfermedades palúdicas adquiridas y provocadas por las remansadas aguas cercanas a la Laguna del Cenagal, en la Moraleja, Lagunas de Ruidera, Osa de Montiel para llegar a Tomelloso. Vale.

Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright ©

Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores