miércoles, 8 de octubre de 2014 in

Cánticos en la alborada





 Cánticos en la alborada

“Adiós, Virgen del Rosario, / que te tenemos aquí, / échanos la bendición / que ya nos vamos a ir”.
 Ahora, cuando soy consciente de ser mayor, cuando hago, rutinariamente, lo mismo que hacen todos aquellos que, en estos días de octubre, me rodean junto al mar: leer, pasear, conversar, escribir, tomar el sol y no hacer nada y cuando me encuentro feliz, desocupado, relajado y hasta reflexivo y cuando deseo salir de ese estadio de no hacer nada es cuando me he propuesto describir sobre aquellas cosas y quehaceres que en un tiempo me hicieron hasta disfrutar.

Siendo niño y hasta adolescente, también joven, llegué a disfrutar, nunca tuve pereza, de levantarme temprano para cantar, si, no se extrañen, para cantar o mejor acompañar en el canto en esas albadas envueltas con el frío rocío de junio, setiembre y, fundamentalmente, con la heladora escarcha de octubre, mes por excelencia del rosario, del  “Rosario de la Aurora.”

“El demonio a la oreja
te está diciendo:
no reces el rosario
estate durmiendo.

Las cuentas del rosario
son escaleras
para subir al cielo
las almas buenas.”

Todos los domingos de octubre, a partir de la alborada, algunas calles de muchos pueblos castellanos, riojanos, navarros, manchegos, extremeños, murcianos..., se llenan de coplas y salves que los auroros transmiten de generación en generación. Suele ser noche cerrada y ya acostumbra hacer frío, pero a las cuadrillas cantaoras esto no les suele preocupar lo más mínimo. Se abrigan y se echan a la calle para perpetuar, a lo largo de todos los domingos del mes de octubre, la tradición del canto del rosario acompañando sus voces con el sonido de una campanilla y a los sones de guitarras, bandurrias, laúdes, requintos, platillos, panderetas, castañuelas, violines, panderos, campanillas y botellas rayadas y, en las voces, hombres y mujeres del pueblo y venidos al pueblo para la fiesta. Recorren el pueblo, siempre de pocos habitantes, con sus calles apenas iluminadas y casi siempre en las madrugadas de los días festivos feriados: Mayos, Pascua de Resurrección, Corpus Christi, San Pedro, Fiestas Patronales y, sobre todo, en octubre. A su paso se abren puertas y cancelas, y hasta en muchas casas les ofrecen café, licores y pastas, que les entona y reconforta.

Hacia las 7 u 8, cuando ya intuyen las primeras luces, se detienen en los cantones y en las esquinas  para cantar y rezar el rosario.  Es un esfuerzo grande, pero vale la pena", me comentan. Sus letras son descriptivas, populares, humildes y sencillas: "Un devoto por ir al rosario / por una ventana se quiso arrojar / y María la Aurora le dice: / detente, devoto, por la puerta sal".  

En mi pueblo acudían no sólo hombres, también solían incorporase mujeres y hasta niños desde los 12 a 14 años.  

Si quieres bendiciones
paz y alegría
rezarás el rosario
todos los días.

Labrador si tu quieres
frutos del campo
los hallarás copiosos
con el rosario

Viva María,
viva el rosario,
viva Santo Domingo
que lo ha fundado.


Lo que antes fue, esencialmente en el mes de octubre, curiosamente un sintagma tan sacro y lírico que llegaron a llamarlo “Rosario de la Aurora” hoy ha devenido en una metáfora, al decir del Diccionario de la RAE, de una desbandada descompuesta y tumultuaria de los asistentes a una reunión por falta de acuerdo. Dicen las versiones, algunas muy chuscas, que el origen de la expresión, la más verosímil parece la del religioso jerónimo, Fray Baltasar de San José, es aquella en la que el fraile del monasterio de Bornos nos cuenta la bronca habida en la localidad gaditana de Espera, entre las Hermandades de la Vera Cruz y la de las Ánimas, enfrentadas a menudo, que en 1749 se disputaron el cadáver de un vecino, que había sido miembro de las dos, con la correspondiente zalagarda. Hay otra versión, quizá menos creíble, como la que habla de unos quintos trasnochadores y borrachos que, no se sabe dónde, provocaron a unos fieles devotos y éstos se defendieron hasta con los faroles de la procesión matutina, armándose entonces la tangana. Otros, en fin, cuentan que fue una maceta, lanzada desde un balcón por alguien a quien  le despertó la campanilla o la canturria de la aurora, lo que originó la zarabanda posterior. Todo pudo ser, pero yo me quedo con la versión primera. A los devotos que ayer salieron y hoy salen por las calles de sus pueblos cantando las Ave-Marías del rosario, a unas horas tan intempestivas para la disputa y la reyerta, todo este relato se les hace tan lejano e increíble como ingenioso. Vale.

“Un devoto por ir al rosario
Por una ventana se quiso tirar,
Pero la Virgen se puso delante
Cayó de rodillas y no se hizo mal”.


Fotos y texto de La Medusa Paca. Copyright ©

Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores