Cánticos en la alborada
Cánticos en la alborada
“Adiós, Virgen del Rosario, / que te tenemos aquí, / échanos la bendición /
que ya nos vamos a ir”.
Ahora, cuando soy consciente de ser mayor, cuando hago, rutinariamente, lo
mismo que hacen todos aquellos que, en estos días de octubre, me rodean junto
al mar: leer, pasear, conversar, escribir, tomar el sol y no hacer nada y
cuando me encuentro feliz, desocupado, relajado y hasta reflexivo y cuando
deseo salir de ese estadio de no hacer nada es cuando me he propuesto describir
sobre aquellas cosas y quehaceres que en un tiempo me hicieron hasta disfrutar.
Siendo niño
y hasta adolescente, también joven, llegué a disfrutar, nunca tuve pereza, de
levantarme temprano para cantar, si, no se extrañen, para cantar o mejor
acompañar en el canto en esas albadas envueltas con el frío rocío de junio,
setiembre y, fundamentalmente, con la heladora escarcha de octubre, mes por
excelencia del rosario, del “Rosario de
la Aurora.”
“El demonio a la oreja
te está diciendo:
no reces el rosario
estate durmiendo.
Las cuentas del
rosario
son escaleras
para subir al cielo
las almas buenas.”
Todos los domingos de octubre, a partir de la alborada, algunas calles de
muchos pueblos castellanos, riojanos, navarros, manchegos, extremeños,
murcianos..., se llenan de coplas y salves que los auroros transmiten de
generación en generación. Suele ser noche cerrada y ya acostumbra hacer frío, pero
a las cuadrillas cantaoras esto no les suele preocupar lo más mínimo. Se abrigan
y se echan a la calle para perpetuar, a lo largo de todos los domingos del mes
de octubre, la tradición del canto del rosario acompañando sus voces con el
sonido de una campanilla y a los sones de guitarras, bandurrias, laúdes,
requintos, platillos, panderetas, castañuelas, violines, panderos, campanillas
y botellas rayadas y, en las voces, hombres y mujeres del pueblo y venidos al
pueblo para la fiesta. Recorren el pueblo, siempre de pocos habitantes, con sus
calles apenas iluminadas y casi siempre en las madrugadas de los días festivos feriados:
Mayos, Pascua de Resurrección, Corpus Christi, San Pedro, Fiestas Patronales y,
sobre todo, en octubre. A su paso se abren puertas y cancelas, y hasta en
muchas casas les ofrecen café, licores y pastas, que les entona y reconforta.
Hacia las 7 u 8, cuando ya intuyen las primeras luces, se detienen en los
cantones y en las esquinas para cantar y
rezar el rosario. Es un esfuerzo grande, pero vale la pena", me comentan.
Sus letras son descriptivas, populares, humildes y sencillas: "Un devoto
por ir al rosario / por una ventana se quiso arrojar / y María la Aurora le
dice: / detente, devoto, por la puerta sal".
En mi pueblo acudían no sólo hombres, también solían incorporase mujeres y
hasta niños desde los 12 a 14 años.
Si quieres bendiciones
paz y alegría
rezarás el rosario
todos los días.
Labrador si tu quieres
frutos del campo
los hallarás copiosos
con el rosario
Viva María,
viva el rosario,
viva Santo Domingo
que lo ha fundado.
Lo que antes fue, esencialmente en el mes de octubre,
curiosamente un sintagma tan sacro y lírico que llegaron a llamarlo “Rosario de
la Aurora” hoy ha devenido en una metáfora, al decir del Diccionario de la RAE,
de una desbandada descompuesta y tumultuaria de los asistentes a una reunión
por falta de acuerdo. Dicen las versiones, algunas muy chuscas, que el origen
de la expresión, la más verosímil parece la del religioso jerónimo, Fray
Baltasar de San José, es aquella en la que el fraile del monasterio de Bornos nos
cuenta la bronca habida en la localidad gaditana de Espera, entre las
Hermandades de la Vera Cruz y la de las Ánimas, enfrentadas a menudo, que en
1749 se disputaron el cadáver de un vecino, que había sido miembro de las dos,
con la correspondiente zalagarda. Hay otra versión, quizá menos creíble, como
la que habla de unos quintos trasnochadores y borrachos que, no se sabe dónde,
provocaron a unos fieles devotos y éstos se defendieron hasta con los faroles
de la procesión matutina, armándose entonces la tangana. Otros, en fin, cuentan
que fue una maceta, lanzada desde un balcón por alguien a quien le
despertó la campanilla o la canturria de la aurora, lo que originó la zarabanda
posterior. Todo pudo ser, pero yo me quedo con la versión primera. A los
devotos que ayer salieron y hoy salen por las calles de sus pueblos cantando
las Ave-Marías del rosario, a unas horas tan intempestivas para la disputa y la
reyerta, todo este relato se les hace tan lejano e increíble como ingenioso. Vale.
“Un devoto por ir al rosario
Por una ventana se quiso tirar,
Pero la Virgen se puso delante
Cayó de rodillas y no se hizo mal”.
Fotos y texto de La
Medusa Paca. Copyright ©
Leave a Reply