viernes, 21 de marzo de 2025 in

A resguardo del chiringuito

 



A resguardo del chiringuito

 

¡Por Dios, que llueva!

Que llueva, hasta que el campo

tenga que poner a secar

al sol sus ropas de cama.

¡Por Dios, que llueva!

una lluvia floja,

una lluvia triste,

una lluvia que llora.

¡Por Dios, que llueva!

Yo he visto, por estas tierras playeras y sentado en el BLUE TROCADERO, allí en la playa Castillicos, a gente que se refugia cuando aprieta la tormenta en la taberna o el cubierto del chiringuito. Del tiempo que dure el chaparrón depende el punto de alegría con el que llegarán a casa. Si jarrea de forma continua, Sergio, pon otra pinta, que no veas la que está cayendo. Si para de repente, Paco, cóbrate, que voy con prisa. Y es que aquí las alcantarillas expulsan agua, no se la beben. Y los alcorques son hermosos aljibes murcianos cuando llueve tres días seguidos.

Me estremece cuando diluvia por estas tierras mediterráneas, con Dana o sin ella. Tanto me atormenta que, muchas veces, he llegado a interrogarme: ¿A qué cerro me subiría, si descargara tanto? A ninguno, por aquí no los hay. ¿A la torre de la iglesia, quizá? Tampoco, quedan muy lejos. ¿A las azoteas más altas? De ninguna de las maneras, no, están a ras del suelo ¿A un poste de la luz? No los hay, hace tiempo los eliminaron ¿A las palmeras más altas de la vera del paseo? No podría; otros habrían llegado antes que yo. Ya lo tengo, me agarraría al letrero luminoso que anuncia el BLUE TROCADERO después de que se hubiesen fundido los plomos y desaparecido la corriente y quizás para entonces ya lo hubiera arrastrado hacia el Mar Menor el torrente.

 Y acabo y junto a un gélido verdejo: ¡Claro que aquí no saben vivir con lluvia! Y a mucha honra. El murciano, cartagenero, sampedrino o javiereño pierde tres paraguas al año o más, uno por cada día que llueve, porque siempre sale de su casa a pelo y se tiene que meter en un bazar, chino por supuesto, a llevarse uno de urgencia que luego, cuando se va del sitio aprovechando la clarita, se deja olvidado. Aquí los paraguas son de usar y tirar. Y como me dice un lugareño sentado a mi lado “donde quiera que haya agua se podrá trillar”.

Aquí quedo dejándola caer, mirándola como corre y sintiendo como empapa todo. Vale.

 

¡Oh, Mar Menor,

oh, chiringuito!

Ya volveremos,

mi lluvia y yo a tu orilla.

Mar, viejo amigo...

Ya volveremos.

Cuando otra vez mi silueta

haya su luz perdido…

¡Oh, Mar Menor

oh, chiringuito!

 

Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.

 

Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores