DIAS DE LLUVIA EN GARNACHA
DIAS DE LLUVIA EN GARNACHA
“Cada uno de nosotros
toma impulso en un símbolo,
para poder vivir, para poder razonar.” (Pier Paolo Pasolini)
Son días de mesa camilla, música y lectura. Agua viene
y mucha, pero de momento despacito. Aquí estoy y aquí me hallo. Creo en todo lo que rodea a lo rural, en la sorpresa de la
vida de callejeo, en el susto de esquina, en el pueblo como religión ya que de
él vengo. Lo rural como género literario, sí, con sus ninfas fumadas, sus visitantes
despistados, sus sufridos y románticos pescadores y sus mujeres apócrifas.
Aquí sigo en la Curva y en el paseo junto al
chiringuito Trocadero Blue, que hoy esta trancado, que es el paseo
que da la crónica resuelta a todo paseante. Aquí me hallo, desgranando
memorias, poniendo acentuación, casi con pudor, a algún texto de “Un ser de
lejanías”, y como un cantaor, rasgando su voz, prestandole fama de metal herido
al tango “Como el agua” de Camarón de la isla.
Es una mañana de mesa camilla, música y lectura. Es
una mañana en la que también llueve, como ayer y como los de la Amed anuncian
lo hará mañana y todo el próximo fin de semana. Releo a Camilo José Cela en sus
Páginas de geografía errabunda, a La santa compaña de
Lorenzo G. Acebedo y a Julio llamazares en Distintas formas de mirar el
agua y a más notables que esperan en la estantería del mismísimo porche
del salón de Garnacha, donde aparejo esta mañana emotiva, sincera, y felizmente
musical. A mi lado tengo la tableta, mi tableta, sóla como un candil, sofisticada
como una vértebra, muda como sólo enmudecen los pianos, con toda la música de
la escritura parada hacia dentro.
Quedo contemplando la quietud del Mar Menor que,
aunque llueve, todavía, afortunadamente, no ha cambiado de color. Espero no lo
haga. Estoy en mi contemplación a resguardo del Blue Trocadero, que es un lugar
molón, y con el paso del tiempo, a nada que se esmere Sergio con la ayuda de
Paco llegará a ser mitológico e infalible donde los errantes diversos harán
la mayor acampada de terraza de sus sueños ribereños. Ahora mismo no hay
terraza global sino mesas y sillas recogidas, ordenadas y no amontonadas,
porque se viene metiendo el Levante y a ratos el Lebeche y hay mucha lluvia,
viento y frío en el paraje. No olviden que, aposentados en el asiento columpio
que cuelga de una de las columnas y cuando en su fachada dé el sol del amanecer,
sucederá una de las postales clásicas e inolvidables de la costa marmenorense
en la playa de los Castillicos.
Por ahí mismo, cuando el chiringuito abra
permanentemente porque el sol apriete en su momento, el Blue Trocadero puede
llegar a ser conocido entre la bohemia como el parnasillo y los poetas
desportillados que frecuenten esta botillería playera darán paso a las
valquirias del turisteo de todos los países, valquirias que hoy no animan su
terraza ni las arenas de la playa ni sus aledaños, donde las murcianicas guapas
y los flamencos de alterne se acercarán a ver si pescan lío o romance. Vale.
Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.
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