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martes, 25 de diciembre de 2018 in

Y ES NAVIDAD






Y ES NAVIDAD

Exulta sin freno, hija de Sión,
grita de alegría, hija de Jerusalén
(Za 9, 9)

Nos ha nacido un niño,

nos ha nacido un rey:

el gozo de Sión

y del mundo también.

Es justo y victorioso,

y es humilde a la vez.

Y nos trae la paz:

el reino de Yahvé.



Y es Navidad



Eres ya de nuestro mundo



  Y es Navidad



Llegas a todas las cosas



  Y es Navidad



Has venido para todos



  Y es Navidad



Ya eres igual que nosotros



  Y es Navidad



Tus límites son los nuestros



  Y es Navidad



El amor es ya invencible



  Y es Navidad



 Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

martes, 18 de diciembre de 2018 in

Hombre de campo





Hombre de campo

“Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, porque viendo que no te avergüenzas, ninguno se pondrá a avergonzarte, y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio”. (Don Quijote de la Mancha, capítulo XLII)

Hoy recuerdo, no me preguntéis porqué, a mi padre, treinta y nueve años desde que se fue. Vaya lo que sigue en su memoria, haciéndolo con cariño y con respeto.
El fue un hombre de campo, un agricultor de fuerza entera, corajudo, sapiente y con una desbordante paciencia, con mucha paciencia. Un hombre, en el sentido machadiano, bueno. Un agricultor hecho al polvo y a la pena, con algo de copla socarrona, pero falto de alegría, curtido contra el suelo- surco va, surco viene- y al arado, y a la hoz y al azadón uncido a la tierra, con la nobleza propia del hombre de campo en el olvido y en la desesperanza.
Vivió como pudo, buena y malamente, según el buen o mal año, eso sí, manteniendo la esperanza, y yo si supe en qué.
Siempre cerca de la tierra, apenas le sacó de ella ni esa hora en que el mundo se dora, el aire se hace ingrávido y la noche alegre. Y AMADOR amó a su manera, y nos adoró. Siempre le ató la carga del afecto, hasta que se le arrugó la cara y se le hizo pesado el andar, duras las manos, torcida la sonrisa y herido el corazón, ese corazón amante de AMADOR. No tenía nada que esperar, o sí. Igual le dio seguir al frío que alentar con el calor, al relente de la noche o en la chicharrera del mediodía.
 Y allí quedó, en su pueblo que es el mío, sobre un costurón tapiado de blanco, lugar seguro, decoroso y digno, donde la tierra, que siempre le persiguió, haciéndome suyo para siempre. Vale.
Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©


martes, 11 de diciembre de 2018 in

Mis nubes




Mis nubes







Aldea san Antón


“Hoy, a mitad de diciembre

soñé la nieve caer

ya muy cerca de mi casa,

y no escondió la cancela

gozosa de castañuela”.



¡Dejémosla caer!” (P. R. Jiménez)



Esta mañana escribo tras los cristales, hay boira, hay niebla, hay nubes bajas y hay frío, hace frío y el cuerpo no está habituado, tan de repente, a esto.
¿De dónde, ligeras, pesadas, blancas, grises, pasajeras del cielo, amantes del viento, vosotras nubes? ¿Qué sería de los cielos sin vosotras a quienes desgarran las montañas y a quienes tan dulcemente se entregan lomas y cerros? Cuando va vuestra sombra sobre los llanos, cuando se pliega sobre los barrancos, cuando parte en claros oscuros los trigos, cuando bajáis tremendas, o graciosas subís, subís, vosotras nubes, nostalgia de la tierra, ligeras desterradas, apresuradas amantes, cuyo besar nunca es largo, cuyo destino es tan human o que está pendiente del primer viento.
Ya están aquí las nubes, dicen los labradores, murmuran los rabadanes pastores y ya gozan los zagales. Y su enorme presencia muda, llenando el cielo, añadiendo no sé qué misterio a la vida. Ya están aquí las nubes.
Es un ligero humo blanco primero, tenue, casi invisible, un algodoncillo sobre la sierra que se confunde con la nieve, y luego unas manos inmensas que van palpando el azul, estrujándolo, ciñéndolo, abriéndolo en grandes lagunas por donde se escapan los ojos.
Ya están aquí las nubes.
Y las nubes, como los enamorados, se hacen huidizas con el deseo e impertinentes con la abundancia. Pero su presencia llena como su nombre, como su fecundidad.
Ya están ahí las nubes y hay frío. Y es que es diciembre y éste galopa cuesta abajo llevando al año directo a la meta. Ha llovido, florecido, oreado y ahora ya están ahí los primeros hielos y se anuncian las nevadas…blancas, suaves, frías, blandas. El campo y la vida van uncidos como unos delantales y un cuchillo de remate, como un bocado vaquero y unas espuelas, como un ciclón y una calma perpetua después. Avanza diciembre altivo, odiado y aplaudido por todos.
Miro la Sierra, al fondo Laturce y Moncalvillo. Lucen hermosos vestidos de invierno con su abrigo blanco de nieblas y escarchas…Y cuanto más fría la encuentro, más cálido siento su abrazo. Feliz diciembre.
Ya están ahí las nubes, hay frío y se anuncian las grandes nevadas. ¡Tranquilos! Estamos preparados. Vale. 

“Copos vuelan y hace frío,

trayéndonos vino y pan

el fuego con tronco está

y mondongo de matanza.

¿Y eras tú la que decías

 dale fuego al chaparral?



¡Dejémosla llegar!” (P. R. Jiménez)



Villamediana de Iregua



Fotografías y texto de La Medusa Paca. Copyright.

martes, 4 de diciembre de 2018 in

Hayedo de Santiago






Hayedos, encinares, robledales, almendreras, higueras, viñedos y huertos, grandes y reducidos huertos, junto a la clavijeña Cruz de Santiago, fueron en otros tiempos nuestra primera visión del día. Cuando nos levantábamos de la cama y asomábamos a la ventana, ellos estaban allí, enfrente, con una lealtad absoluta, esperando, como una llamarada de vida y esperanza. Aseguro que sus verdes, grises y su alegre visión nos ayudaban a levantar el ánimo si andaba decaído. La anárquica y la devoradora construcción comenzó a cerrar el ángulo de visión y la casa empezó a quedarse sumergida y vacía, nuestros hijos comenzaron a marcharse y nosotros también y solamente pudimos ver el árbol, ese peral centenario que comenzó a hacernos compañía y sombra a su manera. Era como una invitación permanente a adentrarnos en la Naturaleza. La Naturaleza siempre salió a nuestro encuentro en la misma puerta de la casa. O mejor, dentro del solar, porque, con el tiempo, el peral se fue convirtiendo en una parte esencial de la residencia. Él se ocupó y se afana hoy, sobre todo, de limpiar el aire. A mí siempre me gustó escuchar el rumor de sus hojas y el bamboleo de sus ramas, movidas fuerte o levemente por el viento. Y hace que, constantemente, me reencuentre con mis orígenes rurales. Lo recrea todo. Más de una vez, sin que me viera nadie, he abrazado su poderoso tronco. Y aún está, ahora mismo mientras escribo, el pequeño jardín cubierto de sus hojas caídas, que forman una espesa alfombra olorosa. Me gusta pasear sobre ellas y me estoy resistiendo a rastrillarlas, esperando se fundan con la nieve, que ya está ahí…y sólo me queda pasear alguna noche de enero sobre las hojas secas nivales.Vale.  



Hayedo de Santiago



Hayedo de Santiago,

casi sin hojas.

Abundante cosecha

de la seroja.



Tibia luz de noviembre.

Robles desnudos:

corpulentos guerreros

y muy nervudos.



Las hojas han cubierto

todo el camino.

Vamos pisando otoño

sin hacer ruido.



Verdes quedan las zarzas.

Y los acebos

avivan sus colores

para el Portal.



Andan niños y abuelos

cruzando el bosque,

buscando esos infantes

los animales.



Difícil encontrarlos:

Secas las pozas,

ni verdes ni marrones

saltan las verrugosas.



Hayedo de Santiago.

casi sin hojas.

Abundante cosecha

de la seroja.



PRJP. N.º 18. Desde mi casa villametrense. Comenzado en los días, fríos días de noviembre y terminado en los primeros días calurosos de diciembre de 2018.



Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

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