sábado, 30 de noviembre de 2024 in

Puerta abierta a la Navidad desde Garnacha

 

 

Puerta abierta a la Navidad desde Garnacha

“En la fuente de tus ojos
viven las redes de los pescadores de la mar del extravío.
En la fuente de tus ojos
el mar cumple su promesa.”
(Paul Cegan)


Hoy con el sol que nos calienta, como si fuese junio, se enciende otra vela más de la Candelaria de la playa, que ya viene de vuelta.

 Esta mañana, me levanté raudo a la par del gallo y el lucero. Cogí esta adenda de mi agricultor, mi cuaderno cotidiano, como si fuera una caja de las tantas que poco a poco he ido llenando para mudar el año. Intento meter en ella todo lo que durante este año he ido acumulando: el olor del orégano, los colores encendidos del otoño, el sabor grato y áspero de las nueces y el membrillo, el verde del jardín del cercano parque, el sudor y la recogida de las uvas de la parra, y hasta los desengaños tras el granizo y la filoxera. Todo lo he querido guardar en esta caja. Vano intento. Una solemne tontería.

No nació este cálido y generoso trozo de tierra para ser encerrado entre rejas cual un criminal confeso. ¿De qué me serviría coger una a una todas las granadas del árbol, los racimos de la uva, encerrar los cuatro gatos que nos acompañan, aunque sólo sea merodeando por las cercanías de la descansada estancia en este lugar bendito?

 

Los torbellinos de coloridas aves y las flores se asfixiarían metidos en el avaricioso baúl de nuestras pertenencias.

Todo debe quedar aquí, florecer donde fue plantado. ¿O es que acaso si me llevara conmigo todas las flores del rosal de la entrada no me odiarían por arrancarlas de su paraíso? Nunca más cierto aquel lema de Proudhon, la propiedad es un robo, sino referido a la naturaleza. Nunca, de las muchas naranjas que tomé del naranjo, de los bonsáis que planté de semillas y voy formando, ninguno se me resistió, todas ellos se me entregaron dadivosos. Justo es que yo no le arrebate ahora a esta tierra el derecho a seguir luciendo su fértil manto donde ella quiera, y más cuando llegue la próxima primavera.

 Es ineludible aceptar la realidad y secar las lágrimas junto a las de la higuera, el limonero, el algarrobero, que nació de esa semilla del fruto veraniego de ese árbol criado a la puerta principal y junto a la escalinata de La Fuensanta, la madreselva, el hinojo o las espinas del Señor. El paso del tiempo inexorable ya me lo advirtió, no hay sorpresa sino aceptación inevitable. Vale.

   

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©.


Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores