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jueves, 26 de septiembre de 2024 in

Hasta luego amigo

 


Año 2000

 

Y allí, a lo lejos,

en espera de que

la espiga del trigal llegara,

se asentó la cogujada,

de aspecto regordete

y cola redondeada. (PRJP)

Hace unos días, muy pocos, recibí la llamada de una persona - siempre guardaré quien fue, jamás diré su nombre, los dos nos lo guardaremos - para preguntarme si no tenía intención de escribir unos versos en honor del amigo. Al contestarle que sí, pero despacio: su marcha me había dejado un tanto tocado y que lo haría tan pronto como saliese de este mi estado. Hay días, como ese primero de septiembre de 2024, en el que se quedan grabados en la memoria, y este que, como alguien escribió, es un septiembre, “nube que pasa, /septiembre de voces nuevas, /septiembre, página blanca / sedienta de tinta negra.”

Hoy, ¡¡¡Ay, Basilio!!! Te imagino junto a toda nuestra cuadrilla de críos haciendo de Di Stéfano, jugador de ese tu Real Madrid eterno, junto a Vicente que hacía de Gainza, junto a Pedro “el Artolas”, el Goin, el Eloy y yo haciendo de Orue mientras nos iniciábamos en ese juego del fútbol por las eras de nuestro pueblo. ¡Qué maravilla de tiempos! Algún día tendremos que reunirnos los que quedamos, aunque sea a comer y recordar aquellos días de algarabía.

Hoy te imagino ¡¡¡Ay, Basilio!!! junto a nosotros, mitad silencio, mitad esa voz tuya de entusiasta viajero del arte contagiando la admiración por la pintura, por la belleza del mundo en volandas, por el misterio esquivo de la vida; esa misma voz que, de pronto, frenó en seco y deja paso a un lamento que brota de lo más hondo: el lamento que nos lleva sobre sus espaldas, o abrazados a él; los dolores de parto a la hora de parir tus pinturas o esas tallas, siempre en maderas nobles, que el tú artista fuiste contemplando y más tarde plasmando a lo largo de tus viajes, aventuras y recorrido vital, y que han terminado quedando adheridas de algún modo enigmático en el alma de todos nosotros. Yo poseo una de ellas, regalo de boda hace cincuenta y dos años. Nunca la abandoné y ahora tampoco. Siempre presumí de ella junto a mi señora.

No me despido. ¿Para qué? Quedo recordándote entre mis versos y tus telas, tus gubias, tus pinceles y mis rimas, esa materia prima de palabras, colores y maderas, aquellos insomnios al madrugar para salir de pajarillos. Quedo, quedamos con la rabia, con el sol en tu cabaña, huerto, hortal y tus cerezos. 

Quedo, quedamos entre esos leñosos viñedos para ver se se acerca la petirroja perdiz con medias rojas estrenadas.                  

Y te digo: si te encuentras con Félix, seguro ya lo habréis hecho, id preparando uno de esos guisos que tanto nos gustaban, pero, por favor, no lo carguéis de picante, ya sabéis: “esos estomaguitos, qué delicaditos son”.

  Hasta luego amigo

 

“Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas...
¡Intelijencia, dame
el nombre esacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de as cosas!” (Juan Ramón Jimenez)

 

Dimos muerte entre todos

a los malvices:

“tui, tui, ya ha caído”

gritaba el compañero

bajo el sombrajo de almendro.

¡oh Malviz!

La de la gracia larga

en pluma moteada.

¡Cómo volaban,

apuntando hacia el cielo

su proa alta...!

Cuando subían,

eran montes y valles

los que crecían.

Y a su bajada,

la libertad del viento

la acompañaba.

¡Qué largo duelo

hacen prados y ríos,

sus amigos sinceros!

Hombres que amáis la luz,

llorad conmigo:

La del más limpio vuelo,

¡muerte le dimos!

 

PRJP. N.º 33. En Garnacha y en un día de septiembre y no de fiestas mateas.

 

Año 2000

Texto y fotografías La Medusa. Copyright ©.


martes, 24 de septiembre de 2024 in

OTOÑO

 

 

OTOÑO


“Los largos sollozos
de los violines
del otoño
hieren mi corazón
con monótona
languidez”. (Paul Verlaine)

Aquí estamos los amigos,  resguardados del viento arenoso y malvado de Lebeche que nos arrastra de acá para allá, igual que a las hojas muertas, de los tarayes de la orilla de las charcas saladas del camino.

Los amigos, alguno de ayer y los de hoy, reencontrados después de las vacaciones, nos hemos citado en la terraza de uno de los bares de la playa de Castillicos, aquí en La Ribera y en lo que fue “Kiosko Loli” y hoy convertido en Blue Trocadero, para recordar los pasados días felices, aquellas fiestas ociosas de La Rioja, los desayunos del café Delicias, junto a La Rosaleda y su ranita, y bajo la mirada protectora de Baldomero y su caballo, allí en su hermoso y refrescante paseo del Espolón. Estos recuerdos veraniegos nos han permitido jugar a la libertad desnuda bajo los primeros rayos de sol con las primeras luces de los días septembrinos. La vanidad del bronceado marmenorense nos está durando, y así será, hasta que éste tome ese color verdoso que será la señal de que el verano definitivamente ha quedado atrás.

Uno de los tertulianos anunció de nuevo, no se había ido, el verano. Habló septiembre y contestó agosto. Todos los concurrentes íbamos en el tren del año cuando por la megafonía alguien avisó de que cambiábamos de estación, pero nos asomamos por la ventanilla y comprobamos que no habíamos salido de la misma. Las anunciadas lluvias, como el otro, ni están ni las estamos esperando. Qué trabajito, nos comenta un lugareño arrimado a la tertulia, le cuesta al cielo poner las aguaderas…

Nos hubiera gustado que las lluvias llegaran puntuales, aunque escasas, a inaugurar la otoñada; que los campos en barbecho recuperaran el tempero para la siembra; que volviéramos a oler a tierra mojada. Esto no ha sucedido. Ya nada es como era. Las nubes han vuelto a ausentarse y han sido sustituidos por esas acuarelas de la aurora que son acompañadas por el silencio lento de la yunta de bueyes, machos, asnos o caballos arrastrando el arado romano. Todo ha cesado con la llegada del otoño sin lluvias y la algarabía se ha ido con la música a otra parte. Sólo se oyen ya “los largos sollozos de los violines de otoño” que soñó Paul Verlaine. Vale.

Texto y fotografías La Medusa. Copyright ©.

 

martes, 17 de septiembre de 2024 in

Sol entremares

 

 

Orto en las Encañizadas. Región de Murcia

 

Saliendo estoy en buena hora

sin que el mar muestre su ardora.

Parto a patear el campo ahora,

emerger con gran ventaja

a buscar la zarzamora.

 

Me ha mandado mi hija María, desde la playa en Galizano, una puesta de sol que me ha motivado a pasear hoy, antes de que el sol se entere, aun habiendo descendido las temperaturas, para fotografiarlo en el Mediterráneo y compararlo en su puesta por las aguas del Cantábrico.  

Paseo antes de que la luz haya encendido la aurora para no tropezar con las piedras de las últimas oscuridades. Salgo a caminar cuando todavía la verdura del hortal, los higos y los jínjoles conservan el último frescor de la noche y los emparrados de uva Victoria, con su piel clara, despiertan de ese sueño apagavelas que me motivan para hilar el sol entre mares. Sigo sin explicarme cómo, siendo de tierra adentro y profunda, puedo querer tanto al mar y con tanta pleitesía. Vale.

Sol entremares

 

Sales sol muy de mañana

¡Viva el sol!,
escondiéndote de tarde,

¡Viva el sol!

 

¡Qué mares tan distintos,

qué orto de horizonte,

qué ocaso tan radiante,

dos con la misma ricura,

qué escenas,

de fulgura expectantes!

¡Qué rutilantes colores!

Rojos, naranjas, dorados,

son los colores del cielo

pintando con nueva luz

y hacernos sentir mejor.

 Sois como dijo el poeta:

“ese globo de gran fuego”

Sol de orto encañizado,

sol de ocaso en Galizano,

sol de huertas y montañas,

sol de abismos y de llanos,

sol de tu tierra

y mi mar.

 ¡Qué coyunda compañía

en Cantabria

unida con murcianía!

Sales sol muy de mañana
¡Viva el sol!,
escondiéndote de tarde,

¡Viva el sol!

PRJP. N.º 30. En septiembre y antes de que aparezca el otoño.

 

Ocaso en la playa de Galizano. Cantabria

 

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