De vuelta estoy
El Mar Menor azotado por el Lebeche
De vuelta estoy
Quiero que no me abandones,
amor mío, al alba. (Eduardo Aute)
Como cada septiembre enciendo esa cerilla que se prendía alegre, ardía un rato y se apagaba. Antes la caja estaba llena; había muchísimas.
De vuelta estoy, de nuevo frente al mar. Sus olas las contemplo, allá por las cabreadas Encañizadas.
Esta mañana el mar se me ha
mostrado con sus vergüenzas, sin pudores, tal cual es. El mar no era esta
mañana la blanda cama donde la luna pasó la noche acurrucada bajo sus sábanas
de plata. Los floridos senderos están solos. Se marchó el personal. Huele
el mar a catarsis, a gris tumultuoso, aceite pringoso de barcos viejos junto al
varadero del molino de La Calcetera. Y ese gesto ceñudo de sus olas me permite
ver la belleza de su intimidad más profunda.
Esta mañana el mar no era ese balcón de un beso de contemplación afortunado que
vuelvo a disfrutar junto a sus molinos, junto a su sal y sus vientos. Es hoy
cuando he comprendido a aquel enamorado de la luna que, al verla escondida
debajo del cobertor del agua, allá que capuzó su dolor y su locura para yacer
eternamente con ella.
De vuelta
Y ya volvemos,
mi sombra y yo a tu vera.
Mar, viejo amigo...
Hay
quien se ríe llorando,
yo he de llorar sonriendo
mi alegre llanto cantando
por los abrojos del campo,
como las olas al viento.
Y ya volvemos,
cuando otra vez mi sombra
haya su luz perdido.
PRJP. N.º 32. Al llegar septiembre 2024 y todavía a la sombra del jinjolero.
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