viernes, 6 de septiembre de 2024 in

De vuelta estoy

 

 


El Mar Menor azotado por el Lebeche 

 

De vuelta estoy

 

Quiero que no me abandones,
amor mío, al alba. (Eduardo Aute)

 

Como cada septiembre enciendo esa cerilla que se prendía alegre, ardía un rato y se apagaba. Antes la caja estaba llena; había muchísimas.

 

De vuelta estoy, de nuevo frente al mar. Sus olas las contemplo, allá por las cabreadas Encañizadas.


Esta mañana el mar se me ha mostrado con sus vergüenzas, sin pudores, tal cual es. El mar no era esta mañana la blanda cama donde la luna pasó la noche acurrucada bajo sus sábanas de plata. Los floridos senderos están solos. Se marchó el personal. Huele el mar a catarsis, a gris tumultuoso, aceite pringoso de barcos viejos junto al varadero del molino de La Calcetera. Y ese gesto ceñudo de sus olas me permite ver la belleza de su intimidad más profunda.

Esta mañana el mar no era ese balcón de un beso de contemplación afortunado que vuelvo a disfrutar junto a sus molinos, junto a su sal y sus vientos. Es hoy cuando he comprendido a aquel enamorado de la luna que, al verla escondida debajo del cobertor del agua, allá que capuzó su dolor y su locura para yacer eternamente con ella.


Se fueron todos

 

De vuelta

 

Y ya volvemos,

mi sombra y yo a tu vera.

Mar, viejo amigo...

Hay quien se ríe llorando, 
yo he de llorar sonriendo
mi alegre llanto cantando
por los abrojos del campo, 
como las olas al viento.

Y ya volvemos,

cuando otra vez mi sombra

haya su luz perdido.

 

PRJP. N.º 32. Al llegar septiembre 2024 y todavía a la sombra del jinjolero.


Ya estamos solos

 

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